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Si a las plantas no les da cáncer, ¿podrían ayudarnos a entender qué sucede en el proceso carcinogénico?

Por Mauricio Quimbaya
 

El libro de la vida

Si se me permite hacer una comparación un tanto simplista en aras de tratar de explicar algo bastante complejo, diré que el genoma celular puede equipararse al libro de la vida. En él está escrita utilizando el lenguaje del ADN, la historia de nosotros y del resto de organismos como individuos, como especie y como linajes particulares. Cada organismo tiene un libro propio y en él están codificados cada uno de los elementos de este gran misterio al que llamamos vida.

Todos los libros están divididos en capítulos y en el caso del libro de la vida que nos describe como humanos, éste se encuentra dividido en 46 capítulos. Cada capítulo corresponde a cada uno de los cromosomas en los cuales se encuentra empaquetado nuestro genoma. Los capítulos están divididos en párrafos. Hay muchos párrafos que hasta hace  muy poco, pensábamos, contenían información que al leerla no contribuía a estructurar la historia plasmada en este libro, el denominado ADN basura. Está concepción cambió radicalmente, pero como es una historia diferente, ahora no ahondaré en ello. Existen algunos párrafos, muy pocos, que son los que narran nuestra historia biológica a través del tiempo. A estos párrafos los denominamos genes y son las unidades básicas que cementan nuestro genoma.

Nuestro libro de la vida es enorme, está escrito con seis mil millones de caracteres estructurando los distintos párrafos del libro, lo que equivale a tener una enciclopedia de 500 tomos, cada tomo del tamaño del directorio telefónico de una ciudad como Bogotá. Si quisieras sentarte a leer tu historia, te tomaría aproximadamente 10 años seguidos sin interrupciones. Tanta información significa que somos seres complejos, con una larga historia familiar y con muchas cosas para contar. Tenemos primos distantes como las bacterias con libros que contienen una menor cantidad de información y primos cercanos como las plantas con libros que poseen mucha más información.

Siempre fui un buen lector, y siempre me atrajo la naturaleza y la vida, de manera que traté de compaginar ambas actividades siendo biólogo para leer y tratar de entender el que es hasta ahora mi libro favorito, el libro de la vida.

Por algunos años me limité a tratar de entender la historia contenida en uno u otro libro. Algunas veces estaba inmerso en el genoma de alguna planta y en otras ocasiones trataba de descifrar el código escrito en el libro de algún animal. Todo cambió con mis estudios de doctorado, allí aprendí a comparar distintos libros de la vida para tratar de entender una o varias historias allí contadas simultáneamente.

La comparación de distintos libros es útil para saber que párrafos (genes) se han mantenido constantes o invariables en la historia de la vida, a éstos los podríamos definir como los elementos constitutivos de la vida. De la misma forma esta comparación nos sirve para saber qué párrafos nuevos han surgido a medida que se escriben nuevas historias (cuando surgen nuevos organismos), en este caso, dichos elementos son claves para entender el proceso evolutivo y los procesos de adaptación a circunstancias particulares.

En el presente escrito quiero ilustrar mediante un ejemplo,  de qué manera la comparación de distintos libros de la vida, es una estrategia eficiente para la detección de nuevos elementos biológicos que puedan ayudar a explicar o a entender mejor un fenómeno de interés, en mi caso particular el desarrollo del cáncer, entendido como la perdida de la identidad celular de un grupo de células específicas, trayendo como consecuencia primaria la pérdida de su control proliferativo (para saber más en relación al proceso carcinogénico, visitar  Dinámicas y mecanismos del cáncer en nuestro blog).

Casi siempre olvidamos las preguntas verdaderamente importantes

Aunque fue hace ya algunos años, recuerdo como si fuera ayer la primera vez que hablé sobre mi proyecto de doctorado con quien para ese entonces era mi jefe. Todo mi proyecto lo resumió en una frase:

-       -“Vamos a encontrar nuevos genes relacionados con el proceso carcinogénico, empezando la búsqueda desde Arabidopsis thaliana”.

-        - ¡Genial! -Le contesté yo sin tener una verdadera noción de lo que estaba diciendo.

-        -  La verdad, no creo que sea tan genial pues te va tocar trabajar bastante y no estoy seguro que al final encontremos algo relevante-me dijo directamente mi jefe. En ese instante me di cuenta que contrario a mí, él si tenía una noción muy clara de lo que estaba diciendo.

-        -  ¡Genial!, me gustan los retos- le contesté ya no tan sonriente…¿y saben qué?, fue todo un reto.

El proyecto se fundamentaba en proponer una metodología experimental que permitiera asociar causalmente genes a los cuales aún no se les hubiera encontrado una función molecular específica, con procesos relacionados con el inicio o progreso de la transformación cancerígena. Para este proceso de identificación de genes debía utilizar un modelo biológico particular, y dicho modelo era Arabidopsis thaliana, una planta (para saber más en relación al uso de A thaliana como organismo modelo, visitar Genómica comparativa: ¿pueden una planta o una mosca enseñarnos algo acerca de nuestro genoma y de nuestra historia como especie? en nuestro blog).

Pasé varios meses tratando de identificar la metodología más eficiente para tratar de explorar el genoma de Arabidopsis con el fin de identificar genes, no solamente sin función definida, sino que también tuvieran una alta probabilidad de estar implicados en procesos cancerígenos cuando no funcionaban como debían funcionar, bien fuese porque la célula los produce en exceso o insuficientemente. Leí más de cien artículos científicos tratando de encontrar la metodología adecuada, les pregunté a muchos colegas quienes amablemente me daban su opinión y en momentos de frustración hacía por último lo que debería haber hecho primero, preguntarle a mi jefe.

Mi primer eureka lo vivencié cuando se me ocurrió que tal vez la información que podía explotar del genoma de Arabidopsis individualmente era insuficiente. Pensé que sería útil si pudiera comparar el genoma de esta plantita con otros genomas, lo cual me permitiría encontrar genes conservados evolutivamente que fueran más robustos en el momento de inferir funciones específicas, y sobre todo, útiles en el momento de encontrar relaciones funcionales con procesos biológicos implicados en el desarrollo del cáncer. Las siguientes preguntas fueron: ¿qué genomas comparar? y ¿cómo hacerlo? Recordé las palabras de mi jefe, “tendrás que trabajar mucho”.

Discutiendo con mi jefe y algunos colegas llegamos a la conclusión que lo más sencillo sería comparar el genoma de Arabidopsis con el genoma humano, ya que ambos son genomas que se encuentran totalmente secuenciados y, a su vez, son genomas ricos en información tanto estructural como funcional plenamente libre para la comunidad científica. Lo siguiente fue ponerme en contacto con un brillante bioinformático del instituto en el cual trabajaba, quien me ayudó a refinar la estrategia computacional necesaria para comparar dos genomas de más de 20 mil genes cada uno, además de ayudarme a desarrollar las herramientas bioinformáticas, necesarias para inferir relaciones funcionales de genes específicos que me permitieran encontrar genes con una alta probabilidad de estar implicados en procesos carcinogénicos.

Como eje central partimos de la maquinaria necesaria para que una célula se divida. A las moléculas implicadas en este proceso se les conoce como genes reguladores del ciclo celular y son los encargados de que el proceso de división celular se realice coordinadamente tanto en un momento determinado como en la célula específica que necesita dividirse y no en otra.

La hipótesis de trabajo fue lo más simple posible. Debíamos explorar sistemáticamente el genoma de Arabidopsis thaliana para encontrar genes sin función específica, los cuales de acuerdo a ciertos  filtros funcionales implementados, tuvieran una alta probabilidad de ser genes relacionados con procesos de división celular en esta planta modelo. La identificación de nuevos reguladores del ciclo celular en A. thaliana nos podría llevar a detectar genes ortólogos (hermanos) en humanos, cuya función también fuera desconocida, que pudiéramos asociar con procesos de división celular y quizás, por qué no, cuando su función fuera alterada, con procesos cancerígenos.

Estructuramos una plataforma computacional la cual, integrando distintas fuentes de información [1], me permitió acceder a la información contenida en los genomas tanto de la plantita como en el humano con el fin de encontrar genes sin función conocida que tuvieran una alta probabilidad de estar involucrados en procesos de división celular en ambos organismos. Inicialmente tomamos como punto de partida casi la totalidad del genoma tanto de Arabidopsis como de humano, es decir, más de veinte mil genes de la planta y de la misma manera más de veinte mil genes del humano, y mediante la aplicación sistemática y lógica de distintos filtros funcionales, pudimos reducir la lista a 40 pares de genes candidatos, los cuales según nuestro procedimiento computacional, no tenían hasta ese momento una función molecular asignada y tenían una alta probabilidad de estar implicados en procesos de regulación de la división celular tanto en plantas como en humanos [2]. Ese fue mi segundo pequeño eureka, una lista más o menos manejable experimentalmente de genes, que podía probar en laboratorio, para colocar nuestra hipótesis a prueba y demostrar que su función podía estar involucrada con el control del ciclo celular, bien fuera en plantas o en humanos. 

Lamentablemente el éxtasis no duró mucho, luego de casi un año de análisis bioinformáticos la pregunta verdaderamente importante y que le daba sentido al proyecto vino a mi cabeza: ¿cómo pretendo encontrar genes relacionados con el desarrollo del proceso cancerígeno, partiendo de la exploración del genoma de un organismo al cuál no le da cáncer? Porque hasta donde yo sabía, a las plantas no les daba cáncer y por lo tanto Arabidopsis thaliana, la cual pertenece al reino vegetal, poca o muy poca información podía entregarme en relación al desarrollo de esta enfermedad. No podía creer que la primera pregunta que debía haberme hecho, sólo había surgido casi un año después del inicio del proyecto, cuando tenía los ojos cuadrados de ver una pantalla de computador y justamente cuando había acabado de analizar la matriz de Excel más grande de mi vida.

Pero siempre hay luz al final del túnel…la otra cara de la moneda

Mi primera reacción fue la de explorar la literatura científica para tratar de encontrar evidencia que demostrara que a las plantas si les puede dar cáncer y, si este fenómeno no se diera en plantas, razones por las cuales este proceso no es viable en estos organismos.

No encontré mucha literatura científica relacionada con los interrogantes que estaba planteando, pero por lo menos encontré una decena de artículos que ya habían tratado de responder dichas dudas. La respuesta básicamente fue que en plantas no existe un fenómeno similar al que nosotros conocemos como cáncer y esto se puede explicar por varios factores [3,4].

La característica sésil de las plantas las ha llevado a desarrollar mecanismos increíblemente eficientes para tolerar circunstancias medioambientales muchas veces agrestes. Nosotros como animales móviles, si está haciendo mucho sol y sentimos que nuestra piel se está calentando más de lo debido, simplemente caminamos hacia la sombra de un árbol o nos colocamos un sombrero. Las plantas no pueden hacer esto simplemente porque su movilidad es mínima, por lo tanto, millones de años de evolución las han llevado por ejemplo, a que la luz sea un aliado más que un enemigo por medio del proceso fotosintético, de igual manera poseen un desarrollo post-embrionario que las hace mucho más plásticas permitiendo que su morfología se desarrolle concomitantemente con las condiciones medioambientales que soportan. Sus procesos de reparación de daños en el ADN son diferentes a los llevados a cabo en células animales y, además, son mucho más eficientes. Por último la pared celular hace que sus células estén confinadas, lo cual haría imposible que una célula que pierde su identidad celular y se torna cancerígena migre hacia otros órganos de la planta, proceso que en animales se conoce como metástasis y que es en realidad el verdadero asesino de los pacientes con cáncer.

No negaré que luego de asimilar esta información, estuve algunos días meditabundo y un poco cabizbajo, pensando en qué tal vez, la profecía de mi jefe se haría realidad, y la estrategia de encontrar nuevos reguladores del proceso carcinogénico utilizando una planta como modelo no fuera la mejor. Sin embargo luego de darle muchas vueltas a la misma idea pude distinguir la otra cara de la moneda.

Dado que estaba buscando genes relacionados con los procesos de división celular y, teniendo en cuenta que, este es un proceso ancestral y altamente conservado en la historia de la vida (los genes controladores del ciclo celular pertenecerían a ese grupo de párrafos que son comunes a la mayoría de libros de la vida) cabía la posibilidad que las funciones de tales genes como reguladores del proceso de división celular, aún estuvieran conservadas entre plantas y humanos. Esto a pesar de que hace más de 1.2 billones de años desapareció el último ancestro común entre ambos grupos.

Genes que estuvieran controlado ciclo celular en plantas, tendría una función tan fundamental para el mantenimiento de la vida que los ortólogos de dichos genes en humanos seguirían controlando tal proceso.

Si lograba demostrar experimentalmente que dentro de mi lista de genes candidatos existían parejas de genes que regulaban procesos de división celular tanto en plantas como en humanos y, concomitantemente, si podía probar que la disrupción de la función de algunos de dichos genes candidatos en células humanas se asociaba con el inicio y/o progreso del proceso carcinogénico, no sólo demostraría que la estrategia de comparar distintos libros de la vida es útil para asignar funciones putativas a genes que no se sabía qué estaban haciendo dentro del genoma, sino que, también sería una fuerte evidencia para demostrar como una planta a la cual en teoría no le da cáncer, es un excelente modelo para entender procesos carcinogénicos, por lo menos desde el punto de vista desde la pérdida de control del proceso de división celular. Esto podría salvar la vida de miles de ratones de laboratorio que se usan a diario para entender cómo es el proceso de inicio y desarrollo de la enfermedad. Si lograba hacer esto en los 3 años que me quedaban de beca la tarea estaría realizada…“tendrás que trabajar mucho”-recordé las palabras de mi jefe.

Para hacer una historia muy larga corta

Usando a Arabidopsis thaliana como modelo experimental pudimos demostrar que más de la mitad de nuestros genes candidatos al ser eliminados del genoma de la planta (algo que se conoce cono Knocking-out) producían distintos fenotipos característicos de genes que controlan el proceso de división celular. Cuando analizamos las hojas de las plantas mutantes (a las cuales se les había eliminado el gen) en comparación a plantas con su genoma intacto (denominadas silvestres) observamos como los mutantes tenían o muchas más células o muchas menos, y dichas células eran o mucho más pequeñas o mucho más grandes. Aún más interesante, cuando se analizaron distintos tumores de pacientes con cáncer, fue posible establecer una relación directa entre el tiempo de supervivencia de los pacientes y alteraciones en la expresión de los genes de humanos ortólogos a aquellos de Arabidopsis implicados en el control del ciclo celular. Es decir, si la expresión de dichos genes era más alta que los estándares considéranos como promedio en pacientes sanos, los pacientes con dicha expresión anómala de nuestros genes candidatos, tenían una probabilidad baja de supervivencia. Experimentalmente pudimos demostrar mediante el análisis de los genes candidatos detectados usando herramientas bioinformáticas que, si un gen en Arabidopsis regula ciclo celular, su ortólogo en humanos tiene una alta probabilidad de cumplir la misma función en células humanas y además, comprobamos que si la función de tales genes es alterada, es también muy probable que dichos genes estén implicados en el desarrollo del proceso carcinogénico [2].

De la misma manera, tuvimos la oportunidad de estudiar un par de genes homólogos en profundidad no solamente asociándolos con el proceso de división celular tanto en plantas como en humanos, sino también, ahondando en la función molecular que desempeñan. El gen ETG1 de Arabidopsis y su ortólogo MCMBP en humanos son nuevos reguladores del proceso de división celular controlando no solamente el proceso de replicación del ADN, sino también, el proceso de división equitativa de los cromosomas en anafase [5]. Realizando estudios en cultivos de células humanas, en ratones y en tumores de humanos pudimos demostrar que el gen MCMBP, antes de nuestro estudio sin función conocida, es un nuevo elemento vital controlando los procesos de división celular tanto en plantas como en humanos y, además, es un factor clave el cual al alterar su expresión, induce el desarrollo del proceso carcinogénico por lo menos en el caso particular del cáncer de colón [6].

Mensaje para llevar a casa

El libro de la vida, aunque complejo, es fascinante, durante mis estudios de doctorado aprendí a leerlo de una manera distinta. Entendí la importancia de comparar distintas historias para captar de una manera más clara la información que éstos contienen. Comprendí que existen mil y un maneras distintas de aproximación a las historias que allí están escritas y, que de cada una de estas maneras de interpretación podemos sustraer pequeños fragmentos que narran un pedazo de historia biológica, la cual, nos ayuda a entendernos a nosotros como organismo, especie y linaje. Puedo decir sin temor a equivocarme que la lectura de este gran libro de la vida aparte de formarme como científico me hizo un mejor ser humano, más consiente en relación al papel que como seres humanos jugamos en el universo y, maravillado con la complejidad característica de esta propiedad que nos hace únicos en el cosmos, la vida.

No sé si de alguna manera mis experimentos y los artículos publicados han contribuido con un granito de arena a entender el proceso carcinogénico, pero estoy convencido que para algunos científicos Arabidopsis thaliana ha surgido como un modelo experimental tan pertinente como Drosophila melanogaster (la mosca de la fruta) o como Mus musculus (el ratón de laboratorio) para tratar de explicar y entender los cambios característicos del proceso canceroso. Ahora que he comenzado mi carrera científica, pienso seguir utilizando a esta pequeña plantita como modelo experimental para mis investigaciones relacionadas con el control del ciclo celular y con el proceso de transformación neoplásica. Mi jefe tenía razón, tuve que trabajar arduamente pero cuando uno hace lo que ama hacer, el universo conspira para que el trabajo fluya y la barca llegue a buen puerto.

Todo aquel que se involucra de una manera seria en el proceso de investigación científica, sabe que a la entrada del templo de la ciencia está escrita la frase: debes tener fe Max Planck.

Referencias

[1] Vandepoele, K, Quimbaya, M, Casneuf, T, De Veylder, L and Van de Peer, I. 2009. Unraveling Transcriptional Control in Arabidopsis Using cis-Regulatory Elements and Coexpression Networks. Plant Phys. 150: 535-546.

[2] Quimbaya, M, Vandepoele, K, Raspé, E, Matthijs, M, Dhondt, S, Beemster, G, Berx, G and De Veylder, L. 2012. Identification of putative cancer genes through data integration and comparative genomics between plants and humans. Cellular and Molecular Life Sciences. 69(12):2041-55.

[3] Doonan J & Hunt T. 1996. Cell cycle. Why don't plants get cancer?. Nature. 380(6574):481-2.

[4] Jones AM, Chory J, Dangl JL, Estelle M, Jacobsen SE, Meyerowitz EM, Nordborg M, Weigel D. 2008. The impact of Arabidopsis on human health: diversifying our portfolio. Cell. 133(6):939-43.

[5] Takahashi, N, Quimbaya, M, Schubert, V, Lammens, T, Vandepoele, K, Schubert,I, Matsui, M, Inzé, Berx, G and De Veylder, L. 2010. The MCM-Binding Protein ETG1 Aids Sister Chromatid Cohesion Required for Postreplicative Homologous Recombination Repair. PLoS Genetics. 6 (1).

[6] Quimbaya, M, Raspé, E, Denecker, T, De Craene, B, De Veylder, L and Berx, G. Misregulation of the novel replisome factor MCMBP favors oncogenesis in colorectal carcinomas by chromosomal instability induction. Sometido a Oncogene.


¿Qué le sucede a una planta cuando tiene sed?

Por Lorena López-Galvis

Desde que inicie mi carrera de agronomía me interesé principalmente en explorar en detalle cómo se forma una planta, desde una célula hasta órganos completos, más que en la producción masiva de cultivos agrícolas. Ese interés se convirtió en mi enfoque profesional, cuando en mi experiencia de pasantía pude trabajar en campos de producción de frutas y allí vi que mi carrera me podía ofrecer también la oportunidad de entender como esa planta crecía y lo que necesitaba para su desarrollo. Aprender que cada especie tiene requerimientos nutricionales y ambientales particulares, así como entender que esos factores son primordiales para el manejo de los cultivos establecidos en ese ambiente, me permitió ver que así como hay lugares muy adecuados para la producción agrícola, también existen ambientes limitantes para la producción vegetal. Esto último me llevó a enfocar mi carrera hacia la investigación, y específicamente a trabajar en adaptación de plantas a ambientes secos o con baja disponibilidad de agua, lo que se conoce como tolerancia a estrés por sequía.

Aunque existen muchos factores abióticos que afectan negativamente la producción agrícola mundial (calor, frío, sequía, acidez de suelos, salinidad), y solo el 10% de la tierra arable del mundo está libre de estos problemas, es la sequía uno de los factores de mayor impacto económico, ya que afecta el 45% de las zonas agrícolas del mundo [1] y junto con los otros estreses abióticos puede reducir la productividad en un 50-70% [2].

Las plantas son capaces de adaptarse y responder a las condiciones fluctuantes del ambiente que les causan estrés, debido a que el ambiente influye en la expresión de genes de respuesta a dichos estreses y como consecuencia, las plantas ajustan sus patrones de desarrollo, fisiología y bioquímica. En el caso particular de la sequía, la respuesta adaptativa o de tolerancia de las plantas depende de la etapa de desarrollo en la que se encuentren dentro de su ciclo de vida. Las plantas pueden modificar sus respuestas de maneras diversas, por ejemplo pueden tratar de acortar su ciclo vegetativo y empezar a florecer con tal de garantizar el paso de sus genes a las nuevas generaciones; en otros casos pueden reducir su metabolismo al mínimo y esperar hasta el momento en que llegue la lluvia, para activar su ciclo reproductivo. A nivel fisiológico, las plantas pueden resguardar su agua interna evitando transpirar (proceso de pérdida de agua por los estomas o poros de las hojas) a expensas de reducir el intercambio de gases, su tasa fotosintética y su crecimiento. Adicionalmente, a nivel de mecanismos de desarrollo, hay plantas que al experimentar sequía desarrollan raíces largas y abundantes, con el fin de explorar capas muy profundas de suelo en búsqueda de agua.  

Desarrollo de raíces profundas

Las estrategias de mejoramiento de plantas para tolerar estrés por sequía son variadas y extensas. Dentro del programa de mejoramiento de frijol del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) se estableció una metodología de evaluación de líneas mejoradas de frijol teniendo en cuenta principalmente el desarrollo de raíces profundas en condiciones de sequía [3, 4]. Las líneas mejoradas de frijol que exhiben un mejor desarrollo radicular en el sistema de evaluación de sequía en cilindros bajo invernadero (Fig. 1), presentan también un buen desempeño y tolerancia a condiciones de sequía en campo. De alguna manera estos materiales toleran sequía por medio de un gran desarrollo de su parte radicular. Esta característica puede ser utilizada en el establecimiento de programas de fitomejoramiento y en la selección de las líneas que se cruzarán, con el fin de producir materiales de frijol aptos para el cultivo en zonas secas de África oriental y occidental, y en América Latina. En estas zonas, el frijol se cultiva por pequeños agricultores en condiciones mínimas de insumos y es un elemento fundamental de la dieta de estas poblaciones, ya que es una proteína económica que aporta calorías [5].

Fig. 1. Plantas de fríjol creciendo en cilindros plásticos para observar el desarrollo de raíces en un sistema de riego óptimo (A) y de sequía en el suelo (B). Las flechas indican la profundidad a la cual llegaron las raíces explorando el suelo.

Sin embargo, las plantas no solo alteran su anatomía y fisiología en respuesta a condiciones de estrés, también tienen mecanismos moleculares que regulan la expresión de genes para generar respuestas a estreses abióticos.  

Genes DREB como activadores de respuestas a estrés

Dentro de las estrategias genéticas para mejorar la tolerancia de los cultivos a la sequía existen muchos ejemplos de genes promisorios que se han investigado en plantas de cultivo de importancia económica (p.e. arroz, maíz, soya) y que por medio de ingeniería genética se han introducido en estas especies, en la búsqueda de producir variedades que puedan adaptarse a ambientes con déficit hídrico. Un ejemplo de este tipo de genes son los DREB (proteína de unión al elemento de respuesta a deshidratación, del inglés dehydratation-responsive element binding protein), los cuales se activan en respuesta a condiciones de deshidratación, frío y salinidad e inducen la expresión de un amplio set de genes de respuesta a estrés. Por medio de la transformación genética de plantas de arroz para la sobreexpresión (alta producción de transcrito) de los genes DREB1A y DREB1B se desarrollaron fenotipos con tolerancia a estrés de sequía, frío y salinidad. Se encontró también que estas plantas transgénicas acumulaban azúcares y prolina los cuales actúan como osmoprotectores en caso de estrés ya que pueden proteger a las células de perder excesivamente agua en condiciones de sequía, o de la cristalización de los fluidos celulares en caso de helada [6].

Ya que los azúcares se han definido como moléculas importantes en la respuesta a estreses, existe un azúcar formado por dos unidades de glucosa que ha sido estudiado por su capacidad de proteger a las células en condiciones de extrema deshidratación, este azúcar es conocido como trehalosa.
  
Trehalosa: un azúcar osmoprotector

Bioquímicamente los azucares (sucrosa, fructosa, glucosa, etc.) son las unidades energéticas de las células vegetales, son el alimento que permite el crecimiento y desarrollo de las plantas y son formados a partir de la fijación de la luz solar durante el proceso de la fotosíntesis. Las plantas tienen diferentes capacidades de acumular los distintos azucares que producen, pero hay uno en especial que ha sido estudiado por su función como osmoprotectante en la planta de resurrección Selaginella lepidophylla. Esta planta puede llegar a perder el 75% de su agua y reverdecer cuando el agua está disponible, este fenómeno se debe a la alta acumulación del azúcar trehalosa en la planta deshidratada -15% de su peso seco- (Fig. 2). La trehalosa es también la responsable de que las levaduras sigan vivas a pesar de estar en condiciones totalmente secas. Estas características de la trehalosa la hicieron uno de los objetivos de investigación de diversos grupos científicos en el mundo en búsqueda de plantas tolerantes a la sequía. De esta manera en tabaco, arroz, trigo y alfalfa, entre otros, se han introducido genes de levaduras y plantas involucrados en la síntesis de trehalosa teniendo resultados de cierta tolerancia a déficit hídrico que no estaban directamente asociados con la acumulación de trehalosa. Sin embargo, las plantas modificadas con estos genes presentaron defectos en su desarrollo, acumulación de otros azucares y otros fenotipos; lo que indica que los genes introducidos pueden alterar otros aspectos moleculares y no están restringidos a síntesis y función osmoprotectante de la trehalosa [7].
Fig.2 La planta de resurrección Selaginella lepidophylla también conocida como flor de Jericó, permanece viva en condiciones extremas de deshidratación (A) y reverdece luego de absorber agua (B).


La trehalosa es derivada de la glucosa, y aunque en plantas cultivables se ha encontrado que hay numerosos genes envueltos en esta cadena metabólica, la acumulación de trehalosa en plantas superiores es nula. Este hecho permitió plantear la pregunta de mi doctorado, ¿qué función cumplen todos esos genes en la planta si no están encargados de la producción y acumulación de trehalosa? Lo que se encontró es que estas proteínas pueden estar divergiendo hacia otras funciones en la planta que no son necesariamente la producción de trehalosa pero si el control del metabolito intermedio en su vía de síntesis conocido como Trehalosa-6-Fosfato (T6P), el cual es una señal del estatus energético de la planta [7]. La modificación de la expresión de los genes de síntesis de trehalosa en la planta modelo Arabidopsis thaliana, mostró un gran rango de fenotipos entre los cuales se encontraron fuertes interacciones de dichos genes con la vía de señalización de hormonas como el ácido abscísico (ABA) [8]. El ABA es importante en activar la respuesta a estrés, en caso de déficit hídrico la acumulación de ABA en la planta hace que se cierren los estomas para evitar perder el agua interna, sin embargo, esta respuesta no se ve en plantas en las que se ha suprimido un gen de síntesis de trehalosa (AtTPPG). En estas plantas modificadas tampoco se observó un cambio importante en la producción de trehalosa o de otros azucares sugiriendo que esta proteína podría estar jugando un papel más especifico en las respuestas a estrés por medio de ABA más que en el metabolismo de trehalosa [8].

En síntesis, durante mi carrera científica he podido explorar diferentes estrategias de investigación para entender los mecanismos tanto a nivel morfológico, fisiológico y genético de tolerancia a estrés por sequía. Sin embargo este es un tópico muy complejo que ha requerido el esfuerzo de investigadores en todo el mundo, y que últimamente ha generado la atención de la comunidad científica ya que los cambios climáticos y las irregularidades en la frecuencia de lluvias han afectado enormemente a los cultivos y agricultores del mundo.  

Referencias

[1] Flowers T.J., Yeo A.R. Breeding for salinity resistance in crop plants: Where next? Aust. J. Plant Physiol. 1995; 22:875–884.

[2] Mittler R. Abiotic stress, the field environment and stress combination. Trends Plant Sci. 2006; 11:15–19.

[3] López-Galvis, L. Evaluación de la tolerancia a la sequia en frijol común (Phaseolus vulgaris L.) en condiciones de invernadero. 2005. Tesis de pregrado en Ingeniería Agronómica. Universidad Nacional de Colombia.

[4] Polania, J. A.; Rao, I. M.; Beebe, S y García, R. 2009. Desarrollo y distribución de raíces bajo estrés por sequía en fríjol común (Phaseolus vulgaris L.) en un sistema de tubos con suelo. Agron. colomb. 27: 25-32.

[5] Rao, I.M. 2002. Role of physiology in improving crop adaptation to abiotic stresses in the tropics: The case of common bean and tropical forages. pp. 583-613. En: Pessarakli, M. (ed.). Handbook of plant and crop physiology. Marcel Dekker, New York, NY.

[6] Dehydration responsive element binding protein (DREB)1-type transcription factors in transgenic rice improve tolerance to drought, salt, and freezing. JIRCAS Research Highlights 2005.

[7] Paul, M., Primavesi, L., Jhurreea, D. y Zhang, Y. 2008. Trehalose metabolism and signaling. Annu Rev Plant Biol 59:417-441.

[8] Vandesteene L, López-Galvis L, Vanneste K, Feil R, Maere S, Lammens W, Rolland F, Lunn JE, Avonce N, Beeckman T y Van Dijck P. 2012. Expansive Evolution of the TREHALOSE-6-PHOSPHATE PHOSPHATASE Gene Family in Arabidopsis. Plant Phys 160(2):884-96.

Resistencia en plantas: la otra cara de la moneda

Por Vanesa Segovia
Desde muy temprano la biología de las plantas llamo mi atención, recuerdo que quedé fascinada la primera vez que observé una planta creciendo en un tubo de ensayo, “¿como puede ser esto?”, me pregunté, y esta pregunta forjo mi interés en el trabajo de laboratorio. Durante mi paso por la universidad me interesé en mejorar la producción en plantas y me di cuenta que las enfermedades son uno de los factores limitantes, y que las estrategias de control existentes se quedaban cortas comparadas con la dinámica de un fitopatógeno (patógenos que afectan a las plantas), que siempre lograba recuperar su capacidad de infección pese a los esfuerzos por controlarlo. Con el tiempo desarrollé un interés especial en la aplicación de biología molecular y la transformación genética para solucionar problemas relacionados con las enfermedades de las plantas. La idea de proporcionar nuevas alternativas para controlar enfermedades me fascinaba, y convencida de que generando plantas transgénicas se haría un aporte significativo, empecé mi trabajo en el laboratorio en esta área. Tiempo después, la experiencia en investigación me proporcionó una nueva visión acerca del manejo de cultivos y encontré muy interesante estudiar el problema de fitopatología por el lado del patógeno, es así como terminé involucrada en un área novedosa conocida como biología de efectores, de la cual les relatare a continuación.

Un poco de historia

Las enfermedades en las plantas son uno de los problemas más serios que enfrentamos en la era moderna, dado que gran parte de nuestros alimentos y recursos energéticos provienen de las plantas. Probablemente la generación de plantas resistentes a enfermedades se realiza desde que éstas fueron domesticadas, pero el fitomejoramiento con base científica tomó forma después de la publicación de las leyes de la herencia de Mendel y de que Sir Rowland Biffen cruzara por primera vez plantas de trigo para obtener una progenie resistente a la roya amarilla (Puccinia striiformis) en 1905 [1]. Desde entonces gran parte de los esfuerzos de los fitomejoradores se enfocan en la selección y desarrollo de variedades resistentes. Sin embargo esta resistencia ejerce una presión de selección sobre los patógenos que controla y los obliga a cambiar rápidamente para recuperar su virulencia, lo cual hace que la variedad quede inocua al cabo de unos pocos años (alrededor de 3 a 5 años). En 1955 Harold Henry Flor planteó el modelo del gen-por-gen que explica el origen de esta variación[2]. Flor observó que la habilidad de un patógeno para causar enfermedad (otorgada por un gen denominado Avr) se hereda al igual que la resistencia en plantas (conferida por genes R), por lo tanto la resistencia sólo tiene lugar cuando se conforma la dupla R-Avr, donde R:

* Actúa como un receptor que percibe a un Avr.

*Reconoce que la planta está siendo atacada.

*Desencadena los procesos de defensa.

En dado caso que falte alguno de los componentes de la dupla, los mecanismos de defensa no se activan y la planta es susceptible. Más aun, si el patógeno varía (muta) su gen Avr, el reconocimiento no tiene lugar y la infección progresa exitosamente [3].

Dado que los parásitos establecen una estrecha relación con el organismo que colonizan, se presume que los patógenos neutralizan las respuestas de defensa del hospedero secretando un grupo de proteínas que solo se expresan cuando entran en contacto con el organismo hospedador, a estas proteínas se les conoce como efectores [4]. Por ejemplo en hongos fitopatógenos (causan enfermedades en las plantas), las proteínas responsables de la infección sólo se expresan cuando ocurre interacción entre la planta y el patógeno. Aunque dichas proteínas son fundamentales pues garantizan el éxito en la infección, también pueden jugar en contra del patógeno, dado que si son reconocidas por las plantas constituyen un Avr que desata procesos de defensa (como consecuencia de la dupla R-Avr) y la infección no puede progresar [5].

Entonces para entender la dinámica de un fitopatógeno y diseñar estrategias de control más durables, se hace necesario conocer en detalle no solo al componente de resistencia en las plantas (R), si no que también se requiere estudiar y caracterizar al componente del patógeno (los efectores).

“La caja de Pandora”

Pese a su importancia ningún gen Avr ha sido descrito en las royas que atacan los cereales. En el caso del trigo, dos de las enfermedades más agresivas son la roya de la hoja y la roya amarilla causadas por los hongos Puccinia triticina y P. striiformis, respectivamente. Estos hongos biotróficos (parásitos obligados) se caracterizan por que forman haustorios, una hifa (cuerpo vegetativo de un hongo) modificada con doble función: la obtención de nutrientes y la secreción de proteínas que garanticen el éxito en la infección. El haustorio se forma únicamente cuando el hongo esta en contacto con la planta, por lo que tiene una función exclusiva durante la infección, de manera que los genes expresados en esta estructura son determinantes para la sobrevivencia del patógeno dentro de la planta [6]. Por lo tanto, el haustorio constituye una especie de “caja de Pandora” que guarda los secretos que hacen posible la infección en trigo, y para conocer estos secretos debemos indagar específicamente en esta estructura.

Para lograr un mejor entendimiento de la roya de la hoja, durante mi tesis de doctorado aislé haustorio de hojas de trigo infectadas y extraje ARN de ellas para fabricar una colección de genes (llamada comúnmente genoteca) que se expresan específicamente durante la infección [7]. Después de realizar análisis bioinformáticos, identifiqué secuencias completas que codificaban para genes en la roya de la hoja, y me dedique a caracterizarlos in silico (usando herramientas computacionales). Dado que aun no se ha descrito un Avr en la roya de cereales, no se sabe a ciencia cierta que características pueden tener este tipo de genes. Sin embargo, los Avr descritos en otros hongos comparten algunas características muy generales relacionadas con su función dentro de las plantas (como por ejemplo la presencia de péptidos (secuencia de aminoácidos) señal que permite su translocación desde el hongo hacia la planta). Entonces, considerando la información disponible en otros patosistemas, generé un criterio de selección que me permitió aproximarme a posible genes candidatos. Una vez identificados los genes candidatos, mi siguiente paso fue validar su función y establecer si al ser expresados en la planta (en ausencia del patógeno) desencadenan procesos de defensa, que puedieran ser visualizados y cuantificados con pruebas de laboratorio. Para este fin, utilicé técnicas de cultivo de tejidos y realicé experimentos expresando transitoriamente los genes candidatos en células vegetales, corroborando la función biológica de las secuencias que fueron predichas inicialmente por bioinformatica. Para complementar estos análisis, estudie la expresión de los genes candidatos a diferentes tiempos de infección, con lo cual agrupé evidencia para demostrar que dos genes candidatos de la roya de la hoja se expresan únicamente en contacto con la planta (específicamente en haustorio) y que al ser expresados en la hoja generaron respuestas de defensa [7]. Dado que ésta es un área poco explorada en el patosistema de roya-trigo, y por lo tanto no hay mucha información, estos genes constituyen un punto de partida para el estudio de efectores en la roya de la hoja del trigo.

Los genes de R son conservados los Avr no lo son

Muchos de los genes R que han sido clonados en plantas se agrupan en familias de genes que codifican proteínas con fragmentos conservados (dominios) involucrados en el reconocimiento de proteínas del patógeno (como los Avr; [4]). Sin embargo las proteínas Avr no son conservadas entre los diferentes microorganismos y en algunos casos son únicas, por lo que no se pueden hacer asociaciones entre diferentes patógenos para diseñar estrategias de control. Ahora bien, aunque dentro la misma especie (grupo de organismos capaces de entrecruzarse y de producir descendencia fértil), los Avr son conservados, ellos están sujetos a pequeñas variaciones ocasionadas por la presión de selección ejercida por los genes R y los factores ambientales [8]. Los estudios de evolución en los genes Avr se enfocan en la variación de estos dentro de la misma especie, considerando presencia, ausencia, mutaciones de punto o rearreglos en los genes o cualquier variación que permita evadir el reconocimiento de los receptores en las plantas ([8],[9]). Para algunas royas la diversidad en genes Avr se correlaciona con la capacidad de los aislamientos en vencer la resistencia en variedades comerciales [10], entonces el estudio de la variación de los genes involucrados en la infección en diferentes aislamientos podría llevarnos a identificar Avr en la royas que atacan los cereales.

Durante mi investigación posdoctoral, he puesto mi atención en la roya amarilla del trigo (P. striiformis), que es una roya caracterizada por su agresividad debido a su alta capacidad de variación y adaptabilidad a diferentes condiciones climáticas [11]. Con el ánimo de establecer plataformas de comparación que permitan identificar genes que pueden volver un aislamiento avirulento (incapaz de infectar) en uno virulento (capaz de infectar), hemos secuenciado aislamientos con diferentes distribuciones geográficas y con diferente espectro de virulencia, utilizando métodos de secuenciación denominados NGS (por su sigla en inglés New Generation Sequence), para generar una aproximación al genoma de estos aislamientos. Adicionalmente, extraje haustorio de la roya amarilla, y el ARN se secuenció utilizando una estrategia conocida como RNAseq, que permite obtener datos de expresión de genes durante la infección [11]. El siguiente paso en esta investigación requiere caracterizar la función en planta de varios genes candidatos al mismo tiempo, lo cual se logra con ensayos de expresión transitoria que involucran células de la planta despojadas de la pared celular (conocidas como protoplastos) [12], y de esta forma acelerar la identificación de genes de la roya involucrados en la infección. Todo esta investigación constituyen un esfuerzo para encontrar y caracterizar genes Avr en P. striiformis y facilitar con este conocimiento el diseño nuevas estrategias de control, que se presume serían más durables pues tienen en cuenta el aspecto del hongo que hasta el momento ha sido ignorado por los fitomejoradores.

Después de explorar en diversas áreas de investigación, hoy estoy mas convencida del aporte de la biología molecular en la obtención de cultivos resistentes que garanticen una buena producción. Nunca imaginé que el objeto de mi curiosidad me llevaría a explorar diversas formas de abordar un problema y de hacer investigación… después de todo, todavía me sorprende contemplar plantas de trigo creciendo en un tubo de ensayo.

Referencias

[1]Biffen, R.H. 1905 Experiments with wheat and barley hybrids, illustrating Mendel’s Laws of heredity. J. Roy. Agric. Soc. 65:337-45

[2]Flor, H. H. 1942 Inheritance of pathogenicity in Melampsora lini. Phytopathology 32, 653–669.

[3] Flor, H. H. 1955 Host-parasite interaction in flax rust: its genetics and other implications. Phytopathology 45: 680–685.

[4]Dangl J L and Jones JD. 2001. Plant pathogens and integrated defence responses to infection. Nature 411: 826–833.

[5]Dodds PN and Rathjen J P. 2010. Plant immunity: towards an integrated view of plant–pathogen interactions.Nature reviews. 11: 539-548.

[6]Staples RC. 2001. Nutrients for a rust fungus: the role of haustoria. Trends in Plant Science. 2001 6 (11): 496–498http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1360138501021264#

[7]Segovia V. 2010. Identification of wheat leaf rust (Puccinia triticina) genes expressed during the early stages of infection. at: http://krex.kstate.edu/dspace/bitstream/handle/2097/6759/VanesaSegovia2010.pdf;jsessionid=D51C19A973312C975C8221D011944477?sequence

[8]Van der Merwe M M, Kinnear M W, Barrett LG, Dodds P N, Ericson L, Thrall P H and Burdon J J. 2009. Positive selection in AvrP4 avirulence gene homologues across the genus Melampsora Proc. R. Soc.B.doi:10.1098/rspb.2009.0328 http://rspb.royalsocietypublishing.org/content/early/2009/05/14/rspb.2009.0328.full.html#related-urls

[9]Farman M L, EtoY, Tosa Y, Nakayashiki H, Mayama S & Leong SA. 2002. Analysis of the structure of the AVR1-CO39 avirulence rice-infecting isolates of Magnaporthe grisea. Mol. Plant Microbe Interact. 15, 6–16.

[10]Dodds P N, Lawrence GJ, Catanzariti AM, The T, Wang CI A, Ayliffe MA, Kobe B and Ellis J G. 2006. Direct protein interaction underlies gene-for-gene specificity and coevolution of the flax resistance genes and flax rust avirulence genes. Proc. Natl Acad.Sci. USA 103: 8888–8893

[11]Cantu D, Saunders D, Segovia V, Bayles R, Chen X, Kamoun S, Dubcovsky J and Uauy C. 2012. Discovery of Puccinia striiformis f.sp. tritici effectors by whole genome resequencing and comparative genomics. In preparation

[12]Segovia V, Uauy C. 2012. In vivo expression system for effector validation in hexaploid wheat (Triticum aestivum L.) using protoplast electroporation. XV International Congress on Molecular Plant-Microbe Interactions. July 29th - August 2nd, 2012, Kyoto, Japan. POSTER.

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Retos y perspectivas de ser un científico en Colombia 

Por Mauricio Quimbaya

En un artículo pasado de nuestro blog (Dinámicas y mecanismos del cáncer) presentamos una breve, útil y amena revisión acerca del desarrollo del proceso carcinogénico. Como allí fue mencionado, el cáncer es una enfermedad que está adquiriendo tintes epidemiológicos ocupando siempre los primeros puestos como una de las principales causas de muerte no violenta a nivel mundial. Esta situación no es diferente en Colombia en dónde el cáncer se hace presente como protagonista en las estadísticas de morbilidad y mortalidad de nuestro país. 

Biogenic tuvo la oportunidad de dialogar con la doctora Sandra Ramírez Clavijo, una científica Colombiana que ha dedicado gran parte de su vida como investigadora a tratar de entender el proceso de origen y desarrollo de la enfermedad, generando herramientas que podrían permitir un diagnóstico temprano del Cáncer, repercutiendo esto directamente en un mejor y oportuno tratamiento. 

Sandra Ramírez es actualmente investigadora de la Universidad del Rosario en Bogotá (Colombia), pero desde su llegada al país a finales de 1999 ha ocupado distintos cargos, tales como la dirección del Departamento de Ciencias Básicas en la Facultad de Medicina y la decanatura de la Facultad de Ciencia Naturales y Matemáticas de la Universidad del Rosario. Para Biogenic fue un privilegio el compartir con la Doctora Ramírez su experiencia como investigadora, y para nosotros a su vez, es un verdadero gusto el compartir con nuestros lectores, las experiencias y enseñanzas de esta científica latinoamericana quien en esta oportunidad nos hablará no sólo de su vida profesional en el área del cáncer, sino también de su perspectiva personal de cómo es hacer ciencia en países latinoamericanos como Colombia.  


Sandra, para hacer una pequeña introducción tuya a nuestros lectores, ¿podrías comentarnos algo de tu carrera profesional y de tu ocupación como investigadora? 

Primero que todo, muchísimas gracias por tenerme en cuenta para esta entrevista y espero que realmente pueda cumplir con aportarles algo extra a su blog, el cual pienso que es una excelente iniciativa para divulgar no solo temas científicos sino también para generar conciencia sobre lo que es hacer ciencia en países como Colombia. 

Yo soy Bióloga de la Universidad Pedagógica de Bogotá, hice una maestría en genética humana en la Universidad Javeriana (Bogotá) y posteriormente realicé un doctorado en la Universidad de París XII en Biología Celular y Molecular. En el doctorado mi trabajo de investigación se centró en dilucidar patrones de regulación génica usando modelos experimentales en cáncer que se tenían en el laboratorio basados en líneas celulares. Como base para la elucidación de dichos mecanismos de regulación, se trabajó el gen c-fos cuya actividad incrementa en algunos tipos de cáncer, lo cual induce un aumento en la tasa de proliferación de las células. Este fue un modelo in vitro muy teórico que me permitió explorar y empezar a manejar las herramientas de biología molecular de una manera mucho más científica. Cuando regresé a Colombia me di cuenta que no podía quedarme haciendo un tipo de investigación tan teórica como lo había hecho en mi doctorado y empecé a buscar temas en donde pudiera aplicar lo aprendido en mis estudios doctorales. Para ello, trabajé en varias universidades, puesto que en Colombia son las principales instituciones que llevan la investigación a un desarrollo científico, éstas, fuera de algunos institutos que son muy reconocidos también a nivel nacional como el FIDIC (Fundación Instituto de Inmunología de Colombia), el CIDEIM (Centro Internacional de Entrenamiento e Investigaciones Médicas), o el CIF (Centro de Internacional de Física), que también tienen un alto nivel investigativo. 

Lograr iniciar mi actividad investigativa fue difícil, ya que me tomó alrededor de 4-5 años, en esa época (2000 al 2005) las universidades pensaban más en tener docentes dedicados a la cátedra de tiempo completo y no había voluntad política para desarrollar la investigación y en laque la investigación ocupaba un puesto importante entre las actividades institucionales, las convocatorias no eran frecuentes. Fue así como fui abriendo el camino en las universidades que me acogieron.  


¿Qué tan mortal sigue siendo el cáncer hoy en día a nivel mundial? ¿Cuántos casos nuevos son reportados anualmente en el mundo? 

Las cifras a nivel mundial muestran que tanto en hombres como en mujeres las incidencias de cáncer basadas en casos nuevos están alrededor de 6 millones por año y las muertes están alrededor de 4 millones por cada género por año; esto significa, que más de la mitad de las personas a las que se les diagnostica cáncer mueren. 

El tipo de cáncer esta asociado a la región del mundo en donde se encuentre el país por ejemplo en Japón, el cáncer gástrico es el que ocupa el primer puesto y en Australia el cáncer de piel pero en general a nivel mundial, en las mujeres es el cáncer de seno seguido por el cáncer de ovario el que presenta una mayor tasa de mortalidad. En hombres, el cáncer más frecuente, es el cáncer de pulmón. Aunque la tasa de incidencia aumenta para el cáncer de seno, la tasa de mortalidad tiende a disminuir, dado que los programas de prevención ayudan a realizar un diagnóstico temprano, principalmente en países desarrollados, se puede tratar a tiempo la enfermedad disminuyendo el número de muertes a causa de la misma.  


¿Son estás estadísticas mundiales, muy diferentes a las estadísticas que se presentan en Colombia? ¿Cuáles son los tipos de cáncer más frecuentes en nuestro país? 

En Colombia el cáncer de seno, es la tercera causa de muerte en mujeres después de las enfermedades cardiovasculares y las muertes violentas. 

Las estadísticas de Colombia con respecto a las mundiales son muy similares, en mujeres el cáncer de seno es el más frecuente y el de ovario menos frecuente; el cáncer de estómago, ocupa el tercer lugar en frecuencia en mujeres mientras que en hombres es el primero. A nivel mundial, el cáncer que causa una mayor mortalidad es el de pulmón, seguido del de seno, estómago e hígado.  


¿Por qué decidiste dirigir tu investigación, hacia el entendimiento del cáncer de seno? 

Durante mis estudios de doctorado en Francia trabajé en modelos de regulación génica en líneas cancerosas, por lo que tuve que profundizar en el tema del cáncer, ya en Colombia busqué la manera de trabajar en un tema más aplicado, y encontré que existían necesidades muy claras de avanzar en el conocimiento del cáncer de seno en Colombia, por lo que decidí enfocarme en esta área, también he realizado algunos estudios en melanoma.  


Durante tus años de investigación ¿Qué aproximaciones o estrategias has usado?, o ¿qué herramientas has logrado generar para lograr un mayor entendimiento de esta enfermedad? 

De regreso a Colombia, inicié un trabajo dirigido principalmente a la búsqueda de polimorfismos asociados con la enfermedad, esto muy acorde al tipo de trabajo que se realizaba en ese momento a nivel mundial. La investigación se basó en un análisis de los polimorfismos presentes en pacientes colombianos con cáncer de seno, dado que en algunos grupos poblacionales, ciertos polimorfismos actúan como protectores de la enfermedad mientras que en otros actúan como factores que aumentan el riesgo de desarrollarla. Analicé polimorfismos de genes específicos, para los cuales ya se tenía información en otras poblaciones mundiales, pero no para Colombia. Ese primer trabajo lo realicé con la financiación del Banco de la Republica y de Colciencias. 

Después con otro grupo de investigación de la Universidad Javeriana combinamos el análisis de polimorfismos con mutaciones en dos de los genes más mutados en cáncer de seno que son BRCA1 y BRCA2. Básicamente el 10% de los canceres de seno tienen una connotación hereditaria y dentro de ese 10% los genes que tienen una mayor frecuencia de mutación son BRCA1 y BRCA2. En dicho trabajo logramos obtener información acerca de cuál es la participación para el desarrollo de la enfermedad tanto de las mutaciones en estos genes como de los polimorfismos analizados en otros cinco genes diferentes. 

De manera similar, con otro grupo de investigación realicé un estudio también basado en polimorfismos, pero esta vez incluyendo muestras de Argentina y en el año 2005 esta investigación fue financiada por la UNESCO Obtuvimos resultados similares a los resultados encontrados en pacientes colombianos, es decir, hay ciertos polimorfismos en un grupo de genes CYP que están asociados con un aumento en el factor de riesgo para desarrollar la enfermedad. Particularmente en el gen P53 fueron estudiados tres polimorfismos: en el codón 72 la presencia de Prolina o Arginina en la proteína, en el intrón tres la presencia o ausencia de un sitio de reconocimiento para la enzima MspI y en el intrón seis una inserción. El polimorfismo del intrón 3 resultó ser un factor que aumenta el riesgo a desarrollar la enfermedad en más de dos veces. 

Posteriormente, dirigí mi investigación hacia la búsqueda de biomarcadores en términos de expresión de genes, dado que el tema de polimorfismos, es un tema al que se debe incluir muchos genes en el análisis y tener poblaciones de estudio muy grandes. La búsqueda de biomarcadores está mucho más enfocada hacia el diagnóstico y posteriormente hacia el seguimiento de la enfermedad permitiendo realizar un mejor pronóstico de la misma. 

A nivel mundial el estudio de biomarcadores de enfermedades contribuye a la identificación de procesos y/o moléculas susceptibles de ser el blanco terapéutico, o herramientas de apoyo para el diagnóstico y seguimiento de las mismas. De esta manera, lo que nosotros estamos haciendo en el laboratorio va a contribuir de alguna manera a establecer si alguno de los biomarcadores que estamos evaluando podría ser incluido en un panel de genes.  


¿Podrían algún día estas herramientas traducirse en medicamentos, o terapias que beneficien a los pacientes de cáncer? 

Directamente relacionado con terapias es muy difícil que nuestros estudios lleguen a ello en poco tiempo, primero porque para algunas de las moléculas que estamos analizando no se conoce la función y segundo porque los estudios clínicos toman varios años para desarrollarse. 

Sin embargo, en nuestro caso, si hemos desarrollado estudios que se direccionan a encontrar elementos con función diagnóstica. La idea es buscar si cambios en la expresión de un gen determinado se pueden asociar directamente con el inicio o el desarrollo de la enfermedad. Nuestro grupo de investigación está trabajando actualmente con moléculas específicas como lo son las proteínas mamoglobina HER2 y LMO4. La mamoglobina es un gen que aproximadamente hace cinco o seis años fue descrito, y se sabe que su expresión aumenta en los tumores de mama. De la misma forma, tanto nuestro grupo de investigación como ciertas publicaciones científicas han encontrado que en el suero de pacientes con cáncer de seno es posible detectar una mayor concentración de mamoglobina que en el suero de individuos sanos. Nosotros terminamos recientemente un trabajo, en el cual se sintetizaron péptidos sintéticos con el apoyo de la FIDIC (Fundación Instituto de Inmunología de Colombia) y fueron usados para inmunizar conejos. A partir de estos se purificaron anticuerpos policlonales, a los que se les evaluó la capaciad de reconocer la proteína Mamoglobina en suero humano. 

Todos fueron útiles para discriminar entre un grupo de pacientes y uno de individuos sanos, pero el que presentó mejor capacidad de discriminación fue usado para establecer las concentraciones de Mamoglobina en suero mediante el uso de la técnica ELISA. 

Para que este estudio tenga una mayor aplicabilidad, se requiere de la obtención de anticuerpos monoclonales y tener una cohorte mucho más grande de pacientes para establecer un punto de corte entre los valores normales y los alterados; sin embargo, con este estudio, se obtuvo valores de especificidad y sensibilidad mayores a las reportadas en la literatura. Este estudió está por publicarse y es uno de los aportes que yo considero como de mayor importancia en la línea de investigación que yo dirijo.  


Tu qué has tenido la experiencia de hacer investigación en un país fuerte científicamente como lo es Francia ¿Cuáles crees que son las principales diferencias en cuanto al desarrollo y ejecución de la investigación científica entre Francia y Colombia? 

En Colombia se puede hacer investigación de muy buena calidad. Los investigadores en Colombia sabemos trabajar con rigurosidad y somos capaces de manejar las técnicas de punta que existen para la investigación básica en cáncer. La gran diferencia con los países desarrollados radica en la disponibilidad y accesibilidad a los recursos para financiar los trabajos. El costo de nuestros insumos es más alto debido a que se importan y por lo mismo el desarrollo de proyectos es más demorado. Pienso que lo importante en Colombia sería que hubiera una real voluntad política de apoyo a la investigación. Está demostrado que en países emergentes, donde la investigación empezó a ocupar un puesto muy importante, por ejemplo China e India, el desarrollo científico se aceleró, y han logrado en revistas de alto nivel. Parte de esta voluntad es lograr la financiación permanente de los grupos de investigación de excelencia, y el apoyo mediante concurso a los grupos de investigación que están iniciando. 

Así mismo, es importante establecer temas básicos de investigación en los que el país requiera un desarrollo importante. Esto se logró mediante la construcción de un plan de desarrollo que se conoce con el nombre de Colombia2020, generado bajo el gobierno del presidente Uribe, sin embargo esto se quedó escrito y aunque permitió identificar sectores en los cuales debería desarrollarse la investigación en Colombia, no tuvo una aplicación real en la que aquellos grupos que se identificaran con las temáticas de investigación allí establecidas, tuvieran realmente un apoyo a nivel de financiación. 

La política de investigación debe ser equitativa y justa, apoyando a las propuestas que demuestren ser de calidad y sobre todo pertinentes para el desarrollo del país, eso sí, sin olvidar la investigación básica, y su conexión y soporte a programas académicos.  


¿Qué retos has encontrado para el desarrollo de tu oficio como investigadora en Colombia? 

Los retos para investigar en Colombia son grandes, ya que muy pocas instituciones han tomado la decisión de apoyar la investigación: hay instituciones que tienen muy claro la importancia de apoyar la investigación y lo hacen, otras que han querido dar el paso pero son muy tímidas en el momento de invertir y apoyar sus propios investigadores y otras que, por falta de conocimiento o malas asesorías definitivamente no les interesa para nada el proceso investigativo. Está demostrado que la clasificación de las universidades a nivel mundial, se establece también por su productividad científica, entonces, éste debería ser un tema de relevancia para todas las instituciones educativas, porque también es un tema relacionado con la calidad de la educación. 

En Colombia hay pocas instituciones con vocación definida para hacer investigación, algunas de ellas se han visto obligadas a hacer alianzas con universidades u otros entes para sobrevivir, sacrificando parte de lo más preciado: el tiempo de sus investigadores. Otras alianzas han sido benéficas pués han sembrado en instituciones académicas la inquietud de la investigación. Los procesos de acreditación de instituciones de educación superior han hecho que éstas vean en la investigación una oportunidad para ser mejores, y ha habido un importante avance con el surgimiento de grupos institucionales muy productivos, sin embargo, estas son las excepciones. Lo más difícil ha sido generar esa inquietud hacia la investigación en el cuerpo directivo y administrativo de las instituciones académicas o empresariales, dependiendo de la voluntad política de directivos y administrativos para apoyo a la investigación las instituciones avanzan más o menos rápido. 

Lo más difícil es convencerlos de que el beneficio de hacer investigación va más allá de lo económico y que se trata de constituir una masa crítica que trabaje en función de la academia y del prestigio de la institución y que para esto los investigadores requieren de tiempo para dedicarse a proponer, conseguir financiación, y ejecutar proyectos de investigación y preparar los productos que se generen de los resultados de investigación.  


Ahora desde el otro punto de vista ¿Qué ventajas crees que tenemos los investigadores en Colombia en relación a investigadores de otros países? 

El investigador colombiano es una persona muy creativa y sobretodo muy recursiva, dado que no se cuenta ni con financiación permanente, ni con la infraestructura óptima. 

Estamos acostumbrados a optimizar las herramientas y los materiales con los que trabajamos, lo que desarrolla la creatividad, capacidad de adaptación y genera una dinámica permanente de autoevaluación, optimización y redireccionamiento, en caso de ser necesario, de los objetivos a alcanzar. Esto es algo muy importante porque en la investigación, exige una evaluación continua; no siempre los resultados obtenidos son los esperados, entonces debe aflorar la recursividad del investigador para modificar un objetivo o una meta, considerando los resultados que se van obteniendo; esto, pienso yo es una plasticidad mental que permite maximizar tanto los recursos como los análisis derivados del proceso investigativo.  


¿Crees que hay una relación directa entre la calidad de la educación y el desarrollo científico? 

Ya mencionaba yo, que la investigación retroalimenta la educación, es decir la jalona para que no se quede en el sedentarismo y los estudiantes accedan a conocimiento de última generación, un docente que realiza investigación podría contribuir a la implementación de currículos que promuevan el desarrollo del pensamiento crítico y la creación de escuelas científicas. Evidentemente, el contacto con la investigación, es importante para crear en los jóvenes la inquietud por esta actividad, máxime si las personas que los acompañan durante un periodo de su vida logran transmitir la pasión por la investigación. 

Hoy en día que el conocimiento está al alcance de nuestros jóvenes, esto ya no es un problema y por lo tanto, nosotros ya no podemos seguir siendo exclusivamente transmisores de conocimiento. Lo que tenemos que hacer, es entrenar a los estudiantes, para que sean capaces de escoger en ese océano de información cuáles son las fuentes confiables, y actuar de manera constructiva y crítica frente a tal maremágnum de información. Por tal motivo pienso que la formación de investigadores, está muy de la mano de lo que sería la formación para la vida profesional de un joven en el día de hoy, es decir, en ambos casos la clave está en el nivel de desarrollo del pensamiento crítico que se logre y en la autosuficiencia para acrecentarlo después de dejar la formación formal. 


Finalmente, ¿Qué consejo o recomendación harías a todos aquellos profesionales que están iniciando su carrera científica y quieren hacer investigación en Colombia? 

Si una persona quiere llegar a ser investigador evidentemente lo primero que yo le recomiendo es que tenga una formación en los programas que existen para tal fin. Lo primero que hay que hacer es una maestría y posteriormente un doctorado porque son los programas que permiten ir desarrollando habilidades que son esenciales para un investigador. En maestrías hay que tener cuidado en su escogencia, es decir, que sean maestrías de investigación no profesionalizantes, porque las maestrías de investigación son las que conducen a que el estudiante participe en proyectos de investigación, sea miembro de un grupo de investigación y posteriormente ya en un doctorado adquirir habilidades que le permitan ser autónomo en su investigación, que es lo que se espera de una persona que haya terminado una formación doctoral. Por tal motivo mi primera recomendación es esa, que se entrene, participe y realice actividades de investigación en el contexto de programas académicos creados para tal fin y en el seno de grupos de investigación. 

Un joven que quiera ser investigador debe estudiar en una universidad que tenga un buen desarrollo en investigación, verificable por el número de artículos científicos publicados o el nivel de las revistas en que publica, por la existencia de grupos de investigación con experiencia en la formación de jóvenes investigadores, por el dinero que invierte para apoyar las actividades científicas, por tener profesores con doctorado desarrollando actividades docentes y de investigación y por mantener convenios activos que permitan el intercambio tanto de estudiantes como de profesores en áreas de investigación. 

Ya siendo un investigador recién egresado de un programa de maestría o doctorado, pienso que lo más importante es abrir la mente al mundo, porque un investigador debe saber que se hace en otras partes y la manera directa de saberlo, es viajando. Tiene que asistir a congresos e interactuar con otros grupos de investigación, para establecer contactos personales y crear lazos para trabajar en colaboración, o para ver de cerca el trabajo con tecnología que no existe en el país.  


¿Alguna cosa que quieras agregar o resaltar? 

Yo quisiera decir que en Colombia si se hace investigación de muy buena calidad, tenemos excelentes investigadores y muchos de ellos ya han logrado un reconocimiento a nivel mundial, entre ellos me gustaría resaltar de manera especial el trabajo realizado por instituciones pioneras en la investigación que han dejado el nombre del país muy alto y que día a día logran hacer investigación a pesar del poco apoyo que reciben, pero convencidos de que esa es la vía para construir un mejor país. Algunas de estas son: la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia, bajo la dirección del Doctor Manuel Elkin Patarroyo, el Centro de estudios en enfermedades autoinmunes (CREA) del cual el Doctor Juan Manuel Anaya es líder; el Centro Internacional de Física (CIF) en cabeza del Doctor Eduardo Posada, la Corporación de Investigaciones Biológicas (CIB) en Medellín con la Doctora Ángela Restrepo apoyándolos permanentemente, el CIDEIM; y otras más que involuntariamente dejo de mencionar. Estas instituciones han dado la pelea por hacer investigación de la manera tal vez más difícil que hay en el país, siendo instituciones independientes, sin embargo algunas de ellas se han visto en la necesidad de crear convenios con universidades para poder subsistir. Realmente es una pena que tengan que hacer investigación con tanta dificultad para obtener financiación, el gobierno debería establecer un sistema de apoyo para estas instituciones que han sido pioneras en investigación en el país, para que puedan mantener un alto nivel de productividad y seguir formando jóvenes investigadores como lo han hecho desde su creación.  

Quisiera agradecerte en nombre de Biogenic por tu tiempo, la entrevista fue muy enriquecedora y estoy seguro que mucha gente disfrutará leyendo tus aportes y tus experiencias como investigadora. Muchas gracias Sandra.