Juan
Diego Palacio-Mejía
El
cultivo del café en Colombia no solo es una importante fuente de divisas, sino
también un elemento clave de la identidad nacional y del cual, según registros
de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, dependen más de medio
millón de familias campesinas que producen alrededor de 10 millones de sacos de
café. Es tal su importancia que existe una cultura cafetera. Es un símbolo de
país (Figura 1). Sin embargo, su origen está al otro lado del Océano Atlántico,
en el África tropical, y fue traído a América unos pocos siglos atrás, después
de la llegada de los Europeos. ¿Cómo es posible que una especie nueva pudiera
llegar en tan poco tiempo a ser parte integral de la cultura e incluso a ser
considerado el mejor café del mundo? Bueno, ya lo dice el viejo y conocido
refrán "nadie es profeta en su propia tierra" y parece que en el caso
de los cultivos agrícolas de importancia para la alimentación, este refrán
tiene muchísima vigencia.
Figura
1. El éxito del café colombiano en los Estados Unidos. A. Un popular
restaurante en Austin, Texas, hace referencia a nuestro café. B. Una tienda de
estación de combustible en Texas, está decorada con costales de la Federación
de Cafeteros. C. Trader Joe's una cadena de supermercados orgánicos lo anuncia
instantáneo. D. Un café en Austin, Texas, lo tuestan ellos mismos. E. Un café
local en Tampa, Florida lo vende tostado, y finalmente, F. En nuestro
laboratorio de la Universidad de Texas, no puede faltar un buen suministro de
café Colombiano.
Un
reciente estudio publicado en la revista Proceedings
of the Royal Society B llegó a la conclusión que el ejemplo del café no es
un caso aislado, basta con pensar en la importancia del tomate Suramericano en
la cocina Italiana, o los picantes ajís tailandeses originarios de América,
para corroborar el estudio. Los hallazgos de los investigadores revelan una
sorprendente globalización en nuestra cadena de suministro de alimentos. Los
autores estiman que alrededor del 69% de la producción agrícola de alimentos en
cada país depende de especies que fueron originadas y domesticadas en otras
regiones, y tan solo el 30% restante corresponde a especies nativas [1].
Avances
científicos durante el último siglo han permitido establecer el origen
geográfico de los cultivos de importancia para la alimentación. En términos
generales, estos centros de origen, como inicialmente fueron llamados, se
caracterizan por tener una gran diversidad, producto de los diferentes tipos de
selección que los agricultores locales han hecho por largos periodos de tiempo,
así como por la presencia de los parientes silvestres del cultivo, hecho que ha
dado origen al termino centros de diversidad (Figura 2). Esta diversidad
biológica asociada al conocimiento tradicional acumulado por generaciones,
convierten a estos centros en un componente importante en la seguridad
alimentaria a nivel mundial, porque contienen las posibles soluciones a los
problemas que pueden afectar los cultivos en sus actuales zonas de producción.
Figura
2. Centros de origen y de diversidad de los cultivos agrícolas [3].
Desde
sus centros de origen y diversidad, los cultivos se han propagado alrededor del
mundo de una manera sorprendente. Un ejemplo de esto fue la rápida adopción del
cultivo de la papa por los Europeos, que en tan solo 16 años después de haber
sido descubierto por los colonizadores en los Andes, comenzó a cultivarse al
otro lado del Atlántico y tardo solo 4 décadas para extenderse por todo el continente
[2].
Esta globalización
trajo dos consecuencias importantes: una fue el cambio en los hábitos
alimenticios de la población mundial, y otra, la interdependencia que tiene la
agricultura entre los centros de origen y diversidad, y las zonas de
producción. A nivel de la dieta, un buen ejemplo de su globalización, es que es
posible comerse la misma hamburguesa McDonalds en casi cada esquina del
planeta. Según un estudio reciente publicado en la revista Proceedings of National Academic of Science of The United States,
en los últimos cincuenta años, la soya, el girasol y la palma de aceite, han
dominado el panorama mundial de la producción de cultivos, mientras que otros
cultivos como yuca, patata y sorgo se han reducido considerablemente [3].
Por
otro lado, los sistemas agrícolas locales, dependen en gran medida de cultivos
originados en otras partes del mundo para su sostenibilidad, ya que los campos
de cultivo están expuestos a una gran cantidad de factores biológicos, como
plagas y enfermedades y ambientales, o el cambio climático, que hacen necesario
el desarrollo constante de nuevas variedades para hacer frente a estos desafíos.
El desarrollo de nuevas variedades agrícolas depende en gran medida de la
diversidad existente, ya que los programas de mejoramiento vegetal lo que hacen
es cruzar plantas con características deseables con el fin de conseguir reunir
varias de estas características en una sola variedad, de ahí la dependencia de
los centros de diversidad.
Un buen
ejemplo de esta globalización es Colombia, un país que a pesar de su inmensa riqueza
biológica, basa en gran medida su producción agrícola en cultivos originados en
otras latitudes. Basta solo con mencionar nuestros principales cultivos de
exportación, por ejemplo, nuestro orgullo nacional, el Café, que como ya fue
mencionado, es originario de África tropical. Mientras que los bananos,
plátanos y la caña de azúcar del Sureste Asiático y las flores de corte en su
mayoría son de origen Europeo. Para el consumo interno también es posible hacer
una lista de alimentos que fueron introducidos pero que tienen un gran impacto
no solo en nuestra dieta sino en nuestras tradiciones culturales, tales como el
arroz, originario de Asia, frutales como el mango, el coco y los cítricos que
son originarios de Asia, son otro buen ejemplo.
Para
entender un poco el impacto de la globalización agrícola en la dieta de los
colombianos, los invito a realizar el ejercicio de la Figura 3, en donde se
muestran la diversidad de productos agrícolas en diferentes plazas de mercado
en diferentes regiones del país.
En este
entorno globalizado, Colombia, y en general los Andes tropicales y la cuenca
Amazónica, de los cuales hacemos parte, han hecho aportes significativos a la
dieta del planeta. Consideremos solamente lo que significa la yuca para algunos
países Africanos, donde llega a representar una de las principales fuentes de
carbohidratos en la dieta diaria. Y qué decir del carismático ají, que en
cuestión de pocos siglos llego a conquistar muchas de las tradiciones
culinarias alrededor del mundo.
Figura
3. Tres ejemplos de diversidad de nuestros mercados campesinos. El ejercicio
consiste en asignar el centro de origen de cada producto de la foto, según la
figura 2 y establecer cuantos son originarios de los Andes y cuantos fueron
introducidos y así sacar sus propias conclusiones.
A.
Mercado a orilla de carretera en La Mesa, Cundinamarca. B. Mercado de Barbosa,
Antioquia. C. Mercado de Villa de Leiva, Boyacá.
Desde
sus inicios la agricultura ha estado marcada por el intercambio cultural y biológico.
Este intercambio ha tenido periodos de globalización que han transformado los
cultivos y las economías locales más allá de sus centros de origen, generando
en la actualidad una interdependencia entre regiones de alta diversidad
genética y regiones productoras que hacen importante el desarrollo de
mecanismos de colaboración internacional que permitan el conocimiento y la conservación
del recurso biológico y cultural asociados a los cultivos, con el propósito de
asegurar la seguridad alimentaria a escala global.
Bibliografía
1. Khoury, C. K.
et al. 2016 Origins of food crops connect countries worldwide. Proc. R. Soc.
B 283, 20160792. (doi:10.1098/rspb.2016.0792)
2. Hawkes, J. G. & Francisco-Ortega, J.
1993 The early history of the potato in Europe. Euphytica 70,
1–7. (doi:10.1007/BF00029633)
3. Khoury, C. K., Bjorkman, A. D.,
Dempewolf, H., Ramirez-Villegas, J., Guarino, L., Jarvis, A.,Rieseberg, L. H.
& Struik, P. C. 2014 Increasing homogeneity in global food supplies and the
implications for food security. Proc. Natl. Acad. Sci. 111,
4001–4006. (doi:10.1073/pnas.1313490111)
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