Author: Leonardo Galindo on
jueves, 6 de mayo de 2010
Por Leonardo Galindo
Hace unos meses hablaba con una amiga que se mudo a New Jersey y ella comentaba que para su aplicación de seguridad social requerían saber su raza. Ella de padres asiáticos, pero nacida en Canadá, se preguntaba: ¿que se supone que debo poner en esta casilla... raza humana?
El argumento genético
El debate acerca del concepto de razas en los humanos y su veracidad biológica ha durado por décadas, debido a que las razas fueron inicialmente definidas socialmente (en adelante pondré la palabra raza en comillas cuando se refiera al concepto social). El reconocido biólogo evolutivo, Richard Lewontin, analizó desde el punto de vista genético, la distribución de la diversidad humana [1]. Su tesis principal esta basada en que los caracteres que el hombre había escogido para delimitar las “razas” estaban basados en nuestra percepción visual de las diferencias físicas, lo cual no es siempre congruente con una clasificación biológica [1][2]. Las diferencias físicas conforman solo parte de las diferencias entre individuos o grupos de individuos, y dichas diferencias pueden ser causadas por presiones debidas a factores ambientales, y no por herencia directa. Un ejemplo es el caso del color de piel oscuro de poblaciones en África, Asia y Australia adquirido debido a la presencia de dichas poblaciones en regiones de intensa radiación solar [3], las cuales evidentemente no son clasificadas generalmente como pertenecientes a la misma “raza”. Desde una perspectiva genética si las “razas” humanas tienen en realidad un fundamento biológico, entonces las diferencias genéticas entre los individuos de una “raza” deben ser menores que las diferencias entre individuos de distintas “razas”. Lewontin [1], usó información de 17 genes para establecer dicha congruencia entre siete “razas”: caucásicos, africanos negros, mongoloides, aborígenes sur asiáticos, amerindios, oceánicos, y aborígenes australianos. Su conclusión fue inquietante; según sus análisis, la proporción media de diversidad (variación) es de más de 85% dentro de las “razas”, y menos del 15% de las diferencias en los humanos se deben a los grupos raciales. Esto quiere decir que según los genes estudiados dos individuos de una misma “raza” pueden llegar a tener más diferencias que individuos tomados de “razas” distintas. Lewontin concluye su artículo diciendo que la clasificación racial humana no tiene valor social y que además es destructiva de las relaciones sociales y humanas. El artículo y la conclusión de Lewontin muestran al parecer el deseo de establecer mediante bases científicas una igualdad social, que puede bien estar enmarcada en su pensamiento Marxista.
En concordancia con lo encontrado por Lewontin, numerosos artículos en genética muestran o referencian otros estudios en donde las diferencias en los caracteres genéticos humanos no corresponden a los grupos raciales determinados socialmente. Dichas “razas”, se comportan mas bien como un continuo, en donde no se pueden establecer diferencias genéticas radicales entre grupos [1][2][4][3][5][6]. Dicha continuidad, y la imposibilidad de marcar diferencias tajantes entre “razas” esta dada en parte por los patrones de migración humana desde el origen del hombre, por el flujo de los genes entre las poblaciones humanas [2][7], y por fuertes evidencias sobre un origen único de la especie humana (citado en [4]). Barbujani [3] muestra como varios autores (entre los que se incluyen Ernst Mayr, uno de los biólogos evolutivos mas importantes de nuestra era) definen a una raza biológica como una población que necesita evolucionar separadamente y comparte una fracción genética significativa entre sus miembros, que le permite distinguirse de otras razas. Debido en parte a que no existen realmente barreras geográficas que permitieran un aislamiento total de las poblaciones humanas y a que la hipótesis mas fuerte del origen del hombre se refiere a un evento único proveniente de África, la prevalencia de razas humanas que evolucionaran separadamente y sin flujo genético con otras razas parece poco probable.
El cambio de marea
Sin embargo, a pesar de los numerosos estudios que soportan la idea de una incongruencia entre la genética y la concepción social de las “razas”, existe una fuerte oposición a la idea de que las “razas” no tienen una correlación genética y biológica. Edwards [8], argumenta que el estudio de Lewontin en 1972 presenta fallas en su diseño estadístico, y afirma que si es posible que las “razas” humanas tengan diferencias en sus características genéticas. Esto también sugeriría que los resultados de Lewontin no argumentan en definitiva la ausencia en la diversidad genética entre distintas poblaciones humanas. Es posible que con una resolución mayor o mas información genética se encuentren relaciones mas cercanas entre grupos humanos y su composición genética [4]; de hecho es posible que aunque el concepto social de “raza” no se ajuste a un patrón genético, nuevas razas humanas puedan ser definidas luego de los estudios biológicos de diversidad. Incluso, numerosos estudios muestran que hay estructura geográfica en las poblaciones humanas y que es posible encontrar correlaciones a nivel continental sobre el lugar de origen de un individuo basándose en características genéticas (citado en [3])[9][5]. Incluso desde otra perspectiva las razas humanas podrían ser definidas como ecotipos (poblaciones adaptadas a ambientes específicos pero no necesariamente distintas genéticamente) [10], y en este sentido una nueva definición de las razas humanas podría estar relacionada con poblaciones adaptadas a distintos ambientes.
Lo social y lo biológico
El debate entre la relación de “raza” y genética parece ser, desde el punto de vista de muchos, improductivo. La complicación básica parece surgir de un argumento que se vuelve circular: las “razas” determinadas socialmente son usadas para establecer si existe diferencia genética entre ellas; dicha distinción, en la mayoría de las ocasiones, no se mantiene debido a que el estudio ha sido basado en dichas “razas” escogidas socialmente. El problema de este debate improductivo repercute directamente en los grupos “raciales” y su contexto social. Por ejemplo, en numerosas ocasiones las predisposiciones a enfermedades han sido ligadas directamente a grupos "raciales". Estudios epidemiológicos en Estados Unidos muestran una alta correlación de ciertas enfermedades con grupos “raciales” específicos, y esto lleva a pensar en una relación genética y biológica directa, sin tener en cuenta que las inequidades sociales entre estos grupos poblacionales pueden estar dando forma a dichas diferencias a nivel de salud y no necesariamente sus características genéticas [11][5]. En otras palabras, debido a que el estado de salud tiene una connotación biológica, las personas tienden a hacer una relación directa que vincula la predisposición a una enfermedad en una “raza” con una característica genética. Un ejemplo de esta problemática fue expuesto por Gravlee [5]. En un estudio citado por este autor se argumentaba tener evidencia para ligar factores genéticos con el tiempo de dar a luz entre madres de “raza” negra y blanca. Dicho estudio fue divulgado por el diario The New York Times bajo un título de argumento similar [12], pero en realidad dichas diferencias genéticas solo fueron inferidas debido a las variaciones en el tiempo de nacimiento de los infantes, y no a un estudio de los genes implicados directamente en este proceso de desarrollo. En este sentido es importante entender que la composición genética es una parte relevante, pero no constituye toda la biología de un organismo, ya que distintos factores ambientales pueden influir sobre el desarrollo biológico de un ser vivo. Si ha de establecerse una relación genética directa entre grupos poblacionales y la predisposición a enfermedades para los tratamientos de salud, puede ser mas importante tratar de estudiar la ancestria geográfica de los individuos que los grupos “raciales” determinados socialmente [9][11]. En otras palabras, al estudiar de donde vienen nuestros ancestros y quienes eran, es más probable establecer a que enfermedades podemos ser susceptibles. Mientras tanto, encontrar relaciones entre razas y enfermedades es más complicado pues los individuos de una “raza” no están necesariamente relacionados genéticamente.
Posiblemente en lugar de seguir alimentando este debate es necesario entenderlo desde otra perspectiva y establecer como los estudios genéticos pueden ayudar a generar herramientas para un diagnostico de enfermedades independiente del concepto social de “razas”. Sin embargo, es necesario usar dicho concepto social para establecer porque existen relaciones entre los grupos “raciales” y la incidencia de enfermedades específicas. En este sentido, Gravlee [5] expone un argumento interesante de como el concepto de “raza” también se puede volver biológico a pesar de que inicialmente halla sido fundamentado en los social y no en la biológico. Estudios citados en dicho articulo muestran como las inequidades sociales fundamentadas en lo “racial” pueden resultar en alto riesgo de sufrir condiciones como hipertensión o diabetes en los grupos “raciales” menos favorecidos, lo cual a su vez puede tener un efecto en la condición fetal y post-natal de los hijos. Este ejemplo muestra claramente como aunque una condición social no puede alterar la condición genética per se, si puede tener una influencia en alteraciones biológicas, que aunque no heredadas, puedes aun persistir por varias generaciones. En este sentido un nuevo modelo de estudio en el desarrollo biológico humano debería tener en cuenta los factores genéticos intrínsecos, las presiones naturales y las modificaciones infringidas a nivel socio-cultural [5].
Los seres humanos como especie biológica, tenemos una historia ligada a la evolución. Sin embargo dicha evolución es en la actualidad no solo de carácter biológico sino también cultural y social. Es la labor tanto de científicos de las ciencias naturales, como de las ciencias sociales, que cuando los conceptos de implicación biológica y social se encuentren en una encrucijada, se establezcan metodologías de estudio que permitan el avance conjunto de ciencia y sociedad, y que esclarezcan las dudas sobre los aportes reales que cada disciplina puede aportar, propiciando así discusiones útiles que resulten en la perpetuación de nuestra especie y en el avance como sociedad. Por encima de nuestras diferencias físicas y genéticas estamos unidos por nuestra humanidad y somos solo una parte de la red formada por todos los organismos del planeta. El desarrollo consciente nos provee con un poder que parece único para determinar nuestro futuro y el de nuestro planeta, y por esto es necesaria una reflexión continua de nuestro papel como individuos y como especie. Aunque la discusión acerca del concepto de “raza” continua, es importante tener en mente que todos somos finalmente seres humanos.
Referencias
[1]Lewontin RC. 1972. The apportionment of human diversity. Evolutionary biology 6: 381-398.
[2]Templeton AR. 1998. Human races: A genetic and evolutionary perspective. American Anthropologist 100(3): 632-650.
[3]Barbujani G. 2005. Human races: Classifying people vs understanding diversity. Current Genomics 6(4): 215-226.
[4]Tetushkin EY. 2001. Genetics and the origin of human "races". Russian Journal of Genetics 37(8): 853-867.
[5]Gravlee CC. 2009. How Race Becomes Biology: Embodiment of Social Inequality. American Journal of Physical Anthropology 139(1): 47-57.
[6]Relethford JH. 2009. Race and Global Patterns of Phenotypic Variation. American Journal of Physical Anthropology 139(1): 16-22.
[7]Hunley KL, Healy ME, Long JC. 2009. The Global Pattern of Gene Identity Variation Reveals a History of Long-Range Migrations, Bottlenecks, and Local Mate Exchange: Implications for Biological Race. American Journal of Physical Anthropology 139(1): 35-46.
[8]Edwards AWF. 2003. Human genetic diversity: Lewontin's fallacy. Bioessays 25(8): 798-801.
[9]Novembre J, Johnson T, Bryc K, Kutalik Z, Boyko AR, Auton A, Indap A, King KS, Bergmann S, Nelson MR, Stephens M, Bustamante CD. 2008. Genes mirror geography within Europe. Nature 456(7218): 98-U95.
[10]Pigliucci M, Kaplan J. 2003. On the concept of biological race and its applicability to humans. Philosophy of Science 70(5): 1161-1172.
[11]Foster MW. 2009. Looking for race in all the wrong places: analyzing the lack of productivity in the ongoing debate about race and genetics. Human Genetics 126(3): 355-362.
[12]Bakalar N. 2007. Study points to genetics in disparities in pre-term births. New York Times(February 27, 2007): F5.