Por: Juan Diego Palacio Mejía
Necesitamos una educación que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante siglos hemos despilfarrado en la depredación y la violencia, y nos abra al fin la segunda oportunidad sobre la tierra que no tuvo la estirpe desgraciada del coronel Aureliano Buendía"
Gabriel García Márquez
Aunque nací en la
ciudad, toda mi familia es de origen rural y muchos de mis recuerdos de
infancia están asociados a las vacaciones en el campo. Por estas experiencias
no me fue difícil decidirme por estudiar Ingeniería Agronómica en la
Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, a la hora de escoger una
carrera a seguir: quería ser un agricultor profesional. Iniciaba la década de
los 90’s del siglo pasado, durante la transición entre la Colombia de economía
agrícola a la Colombia minera y el profesor Yarumo todavía era uno de los
programas mas queridos de la televisión.
El tiempo en la
Universidad paso entre las prácticas agrícolas tradicionales y las nuevas
técnicas de biotecnología que llegaban con la promesa de transformar el agro.
La biotecnología rápidamente llego a cautivar a toda una generación de
estudiantes que comenzó con el cultivo de tejidos vegetales y luego dio paso a
los marcadores moleculares. No fui inmune a la curiosidad y caí en el encanto
de estas técnicas. Cuando llego el momento de hacer la tesis de pregrado, la
inseguridad se había tomado el campo, entonces no había más remedio que
refugiarse en la seguridad de un laboratorio de biotecnología para cumplir con
el requisito de grado. Afortunadamente el hecho de renunciar a la investigación
de campo se vio compensado con la oportunidad de hacer tesis en una de las
entidades más prestigiosas de investigación agrícola en Colombia y posiblemente
en la región, además en un tema súper innovador: crioconservación. Aun
considero que uno de mis mejores ejercicios de investigación lo realice durante
ese periodo en el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT).
Terminando la
tesis de pregrado, la experiencia en crionconservación de tejidos me dio la
oportunidad de comenzar una colección de tejidos y un laboratorio de biología molecular
en el recién creado Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander
von Humboldt, en las instalaciones del CIAT. Esto me permitió seguir en un
medio riguroso de investigación pero esta vez con un enfoque ambiental (Arbeláez-Cortés
et al. 2015). Gracias a la ayuda incondicional del
CIAT se abrieron algunas oportunidades para aprender sobre colecciones de
tejidos en el Museo Smithsonian de Historia Natural en Washington y en el Museo
Americano de Historia Natural en Nueva York (Palacio-Mejía
2006). Durante los 10 años que tuve la
oportunidad de participar de esta experiencia, también me correspondió la tarea
de gestionar recursos para la investigación, ya que los recursos económicos
disponibles a duras penas alcanzaban para sostener la colección de tejidos. En
esta búsqueda fue posible descubrir que como complemento a las fuentes
tradicionales de recursos para investigación tal como Colciencias, también
habían otras gremiales como las Corporaciones Autónomas Regionales e incluso
las mismas Universidades, que disponían de dependencias que financiaban tesis
de estudiantes o trabajos de investigación de los docentes, tales como
vicerrectorías de investigación; incluso encontramos en las becas del Banco de
la Republica una fuente regular de recursos económicos para la investigación.
Como complemento
a las diversas fuentes de financiación y gracias a la ubicación privilegiada
del Laboratorio en las Instalaciones del CIAT, rápidamente se establecieron
alianzas con las Universidades locales y con estudiantes Colombianos que
estaban desarrollando sus doctorados en el exterior y que por razones legales
debían hacer sus investigaciones genéticas en Colombia. Así que el laboratorio
terminó convertido en un espacio para que los investigadores en temas
ambientales pudieran utilizar las técnicas de biología molecular. Como
consecuencia se crearon unas redes fuertes de cooperación que en 10 años
permitieron que se desarrollaran alrededor de 63 proyectos de investigación en
el que participaron alrededor de 80 investigadores pertenecientes a 35
instituciones diferentes. Todo esto no hubiese sido posible sin la
participación decidida de tesistas de grado (21 de pregrado, 10 de maestría y 9
de doctorado) que sin lugar a dudas cargan con gran parte de la responsabilidad
de la investigación que se realiza en Colombia.
Esta experiencia evidencia
que en Colombia si es posible obtener recursos económicos para realizar
investigación, incluso, aun en temas que aparentemente son huérfanos como el
ambiental y con técnicas relativamente costosas como lo son los marcadores
moleculares.
Paralelamente al
desarrollo de mis actividades en el Instituto Humboldt, realicé una Maestría en
Recursos Fitogéneticos Neotropicales en la Universidad Nacional de Colombia,
Sede Palmira. Regresaba de nuevo a los libros y bajo la sombra otra vez de la
Universidad pública en una sede con una gran trayectoria de investigación en
agrobiodiversidad y con unas fuertes relaciones con el CIAT y con Bioversity
Internacional, una institución líder Mundial en la investigación en recurso
genéticos para la agricultura. A pesar de disponer de un ambiente ideal para el
desarrollo de estudios de posgrado, el hecho de no poder tener dedicación exclusiva,
debido a los compromisos laborales, una situación muy común en Colombia, hizo
que la experiencia no fuera del todo satisfactoria. Aprendí una lección, si
quería dar el siguiente paso tendría que ser bajo condiciones de dedicación
exclusiva.
Luego de la
experiencia en el Instituto Humboldt, tuve el gran privilegio de trabajar por
un año en el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) en el área de regulación
de cultivos genéticamente modificados, representando al sector agrícola y de la
mano del sector salud y ambiental. Esta experiencia me permitió conocer de
primera mano las necesidades de los agricultores y las ofertas que las empresas
privadas, muchas de ellas multinacionales, les ofrecían y en medio de los dos,
el gobierno cumpliendo su papel de regulador para sacar el mejor provecho de
esta relación. Este encuentro con la realidad me hizo replantear el papel del
investigador ante la sociedad y lo lejos que están el uno del otro, por lo
menos en Colombia.
Contrario al
sentimiento generalizado que en Colombia son muy limitados los recursos
económicos para la investigación, ese no fue mi caso ni el de muchos colegas
con los que tuve la oportunidad de trabajar. Incluso algunas veces, adquiríamos
más compromisos que los que podíamos abarcar. Es cierto que la inversión en
ciencia y tecnología es una fracción muy pequeña del PIB, incluso comparado con
países similares al nuestro. Sin embargo, existen recursos para investigación,
pero es necesario gestionarlos, ya que no llegan por defecto a las manos del
Investigador, y ahí es donde creo que hace falta un poco de creatividad por
parte del gremio.
Cómo ya exprese
anteriormente, existe una serie de fuentes de financiación a nivel Nacional que
puede ser complementada con fuentes a nivel internacional. Afortunadamente o
desafortunadamente, nuestra situación de país en vía de desarrollo y con un
conflicto armado interno, nos hace objetivo de muchas agencias de cooperación
para el desarrollo, tanto a nivel de Gobiernos de países del primer mundo (Por
ejemplo, USAID de los Estados Unidos, JICA del Japón, GTZ Alemana, entre muchas
otras), o de organizaciones privadas sin ánimos de lucro como la Fundaciones
Bill y Melinda Gates, Rockefeller, Ford, e incluso agencias a nivel
Multilateral como las del sistema de Naciones Unidas o Unión Europea. Otra
opción para la adquisición de recursos económicos son las alianzas con
investigadores en el exterior, que pueden obtener recursos económicos en sus
países de origen si están vinculados con pares en países en vía de desarrollo.
Sin embargo, todas esta opciones necesitan de un nivel mínimo de gestión, un
tema que las universidades no enseñan, pero que es vital a la hora de hacer
investigación, no solo en países subdesarrollados, sino también desarrollados.
Sin embargo no
todo fue color de rosa. Encontré limitaciones de origen burocrático, de
legislación y de percepción de la investigación por parte de la sociedad. La
burocracia en Colombia puede echar por la borda una carrera científica. Un
investigador puede pasar más tiempo en la ejecución de los dineros y enviando
informes que en la investigación misma. Más aún si se tiene en cuenta que
muchos de los equipos e insumos utilizados en investigación son importados y
exclusivos, situación que hace imposible, por ejemplo, presentar tres
cotizaciones y decidir por la más económica. Por otro lado, al menos en el
sector ambiental, la normatividad es compleja y poco clara. Es curioso, porque
muchos de los resultados generados por los investigadores en el área ambiental
hacen parte de la base de conocimiento necesaria para la toma de decisiones por
parte de las agencias del Estado, pero son esas mismas agencias las que agobian
a los investigadores con normatividad que van desde el nivel central del
gobierno hasta las comunidades locales. Y como si los dos temas anteriores no
fueran suficiente, viene la incredulidad en los tomadores de decisiones por los
resultados científicos, en especial si provienes de técnicas de biología
molecular, no es sino nombrar la palabra organismos genéticamente modificados
para encender las alarmas.
Así que después
de más de una década de trabajar en los sectores ambiental y agrícola, haciendo
investigación y regulación, regresé de nuevo a los libros tal como lo había
añorado: de dedicación exclusiva y con la rigurosidad y los recursos del primer
mundo. Comencé un doctorado en la Universidad de Texas en Austin.
Ahora después de
cinco años me encuentro próximo a culminar esta fascinante aventura académica y
debo considerar la opción de regresar a Colombia. Ahora la pregunta es ¿regreso
o no?
La respuesta no
es fácil y para encontrarla quisiera poner en consideración algunos puntos:
Puntos a favor
- Colombia es el único país del mundo donde un Colombiano de nacimiento y que haya hecho sus estudios básicos y secundarios “juega de local”, en el resto del mundo será un inmigrante. Esto tiene implicaciones importantes. Conocer la cultura local, las necesidades y moverse como “pez en el agua” en ellas da sus dividendos. En el extranjero las diferencias culturales, el lenguaje, y la intensa competencia pueden pasar factura.
- Debido a que en Colombia existe un déficit investigadores a nivel doctoral, es posible aspirar a una posición permanente, ya sea docente/investigador en las Universidades, o en el sector público o privado después del grado. En sociedades donde las personas muchas veces están sobrecalificadas, es necesario continuar con figuras como las de postoctorado que son de corta duración, casi a nivel de informalidad laboral. Este “atajo” puede ser importante.
- Las personas con doctorados en el exterior muchas veces han tenido la oportunidad de aprender habilidades y destrezas que aún son novedosas en el país y esto abre la posibilidad de publicar en revistas con buen grado de impacto. Características que los hace competitivos en las convocatorias a nivel nacional.
- Las redes de contactos establecidas en el exterior pueden ser fundamentales a la hora de establecer líneas de investigación propias en Colombia. En el área de la biodiversidad, se ha vuelto una constante que cada que asisto a una charla sobre el estado de la investigación en determinados grupos biológicos a nivel Neotropical, Colombia suele ser el ausente. Esto aunque lamentable, también abre un mundo de oportunidades.
- Para los investigadores interesados en ciencias de la vida, Colombia es per se un laboratorio biológico por excelencia, con una exuberante biodiversidad la hacen un paraíso para realizar investigación biológica. Es así que Colombia es una oportunidad para poner en práctica toda una serie de habilidades aprendidas en el exterior en la generosa diversidad biológica que poseemos. Es una oportunidad única.
- Una solo golondrina no hace verano, pero si muchos investigadores deciden regresar pueden hacer un gremio fuerte que no solo demande recursos de investigación al Estado, sino que también transforme nuestra inmensa diversidad biología en una verdadera opción de desarrollo y no en un potencial, como lo es ahora.
- La guerra ha sido un tema que nos ha desgastado como sociedad por más de medio siglo, pero si el actual proceso de paz logra poner fin al conflicto armado, podremos canalizar como sociedad nuestra atención hacia temas cruciales, como la investigación y el desarrollo, que nos permitan construir una sociedad del postconflicto, y eso necesitara de talento humano.
- Para las personas que tuvimos el privilegio de formarnos con dineros públicos, es un tema de responsabilidad social poder contribuir a esa sociedad que en un momento clave de nuestras vidas nos brindó una oportunidad.
Puntos en contra
- La formación a nivel de posgrado hacen que los investigadores sean competitivos en el mercado laboral a nivel mundial, cualquier país puede ser una opción. Esto hace que Colombia sea un destino más.
- Durante los años que pasa un investigador en el exterior, hacen que este se acostumbre a una serie de facilidades económicas, técnicas y de discusiones con pares que seguramente extrañara a su regreso al país, y eso sumado a limitaciones burocráticas y de legislación, pueden ser abrumadoras a la hora del regreso.
- El avance de los medios de comunicación no hace necesaria la presencia física de los investigadores en Colombia para hacer un aporte al país. Existen muchas modalidades en las que la diáspora de investigadores en el exterior puede hacer por el país. Un ejemplo es Biogenic, un grupo de colombianos preocupados por la divulgación de la genética en el país, del cual algunos de sus integrantes se encuentran en el exterior pero con un compromiso firme con el país.
- Los desarrollos científicos se suceden a una velocidad impresionante, esto hace que regresar al país pueda tener implicaciones en términos de estar a la vanguardia en las tendencias mundiales.
- Es tal la ausencia de personal altamente calificado en el país, que los investigadores a parte de ejercer sus actividades de investigación y docencia, algunas veces tienen que sumar a su carga laboral tareas de tipo administrativo y directivo, en algunos casos con funciones tan curiosas como autorizar la salida de un proyector o de un vehículo!.
- No es un misterio que en muchos países la calidad de vida supera a la Colombiana, esto puede tener serias implicaciones a la hora de regresar. Bajarse de una avión en Colombia y pensar que tus probabilidad de morir por causas violentas se incrementa, es un tema de consideración.
- Por último pero no menos importante, existen razones personales que pueden hacer difícil el regreso. Durante los años de formación en el exterior son muchas las vueltas que da la vida, y las posibilidades de conformar un hogar son muchas, y eso puede cambiar por completo el panorama para un eventual regreso.
Entonces ¿Qué será
mejor, ser cabeza de ratón o cola de león?
Citas
Arbeláez-Cortés, E. et al., 2015. Colombian frozen
biodiversity: 16 years of the Tissue Collection of the Humboldt Institute. Acta
Biológica Colombiana, 20(2), pp.163–173.
Palacio-Mejía, J.D.,
2006. Tissue collections as a means of storing DNA: A contribution to the
conservation of the Colombian biodiversity. In C. De Vicente & M. C.
Andersson, eds. DNA Banks – Providing Novel Options for Genebanks? Tropical
review in agricultural biodiversity. Roma: International Plant Genetics
Resources Institute (IPGRI), pp. 49–55.
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