Por: Leonardo Galindo-González
Treinta y cinco años
han pasado desde que los primeros casos del Síndrome de Inmunodeficiencia
Adquirida (SIDA) fueron detectados. Actualmente existen 36.9 millones de
personas (casos reportados) incluyendo 2.6 millones de niños que viven con esta
enfermedad en el mundo [1].
A principios de
los años 80 el SIDA fue detectado por primera vez en los Estados Unidos [2]. Sin embargo, el virus que ataca las células de
defensa de los humanos produciendo este síndrome, conocido como VIH (virus de
inmunodeficiencia humana), se habría originado 60 años atrás, en lo que
actualmente se conoce como República Democrática del Congo [3]. En 1999 investigadores de Estados Unidos, el Reino
Unido y Francia encontraron un virus en chimpancés denominado virus de
inmunodeficiencia en simios (VIS), que era el pariente más cercano del VIH,
estableciendo que el virus posiblemente había pasado de los chimpancés a los
humanos [4]. Aunque no existe una teoría totalmente aceptada de
como dicho virus logró romper la barrera entre las dos especies, la explicación
más aceptada es que posiblemente los simios fueron cazados y su carne infectada
por el virus fue consumida por los humanos.
La patogénesis del
virus era confusa, y a principio de la década de los 80, cuando se dieron los
primeros casos, la sintomatología apuntaba a que la gente estaba muriendo de
todo tipo de enfermedades desde cáncer hasta neumonía [5], y debido a una incidencia inicial en la comunidad
gay, se creía que la enfermedad era un problema de homosexuales exclusivamente.
Esto ocurrió hasta la mitad de 1982 cuando la enfermedad fue reportada en gente
heterosexual con hemofilia y personas en Haití [6,7].
Era precisamente
la ausencia de conocimiento del virus y de cómo actuaba una vez invadía el
organismo, lo que no permitía entender la enfermedad. Sin embargo, luego de que
el virus fue aislado en 1983 [8,9], se empezó a elucidar que el virus atacaba las
células que precisamente nos defienden de
las enfermedades. Esto explicaba porque la gente moría incluso de
enfermedades que habían sido controladas por la medicina moderna por décadas,
porqué el virus infecta y destruye las células que en teoría nos ayudan a
controlarlo y de paso destruye nuestras defensas contra otras enfermedades.
El VIH no solo
puede generar millones de copias cada día al infectar las células de defensa,
sino que también tiene una alta tasa de cambios en su genoma cada vez que se
reproduce [10,11]. Esto le permite al virus generar resistencia ante
los diferentes tratamientos que se utilizan contra él. El genoma, es similar a
un centro de control de instrucciones para que la célula funcione y tenga una
estructura específica; todos tenemos este centro de control y a veces se efectúan
pequeñas modificaciones en las instrucciones, pero el aspecto y función general
de nuestras células no cambian mucho. Sin embargo en los virus, el centro de
control permite más cambios de lo usual para que la estructura del virus se
modifique lo suficiente de modo que los mecanismos de defensa y las drogas no
puedan atacarlo. En otras palabras las drogas diseñadas para atacar un virus
específico hoy, pueden no servir mañana pues el virus ya no se ve igual.
Esto no ha
impedido que se siga trabajando arduamente para buscar medicamentos y
tratamiento que al menos disminuyan o controlen la abundancia del virus en los
pacientes. Es precisamente el estudio continuo de como el virus infecta
nuestras células y cambia continuamente, lo que ha permitido mejorar el arsenal
en la lucha contra el VIH. Por ejemplo, las drogas antiretrovirales (el VIH es
un retrovirus), estuvieron a la vanguardia de los tratamientos contra el virus
en los años 90. Estas drogas evitan que el virus se incorpore al genoma de la célula
hospedera, que es el mecanismo que utiliza para poder reproducirse [12]. Estas medicinas fueron dadas inicialmente de forma
individual, pero con el tiempo se han creado cocteles de varias drogas que son
aún más efectivos en detener el avance desenfrenado del virus, lo que ha
provocado que la enfermedad haya pasado de mortal a crónica y manejable en
muchos casos [13].
A pesar de que las
drogas antiretrovirales permiten alargar la vida o controlar enfermedad, no
logran curarla. Sin embargo, hace unos años se encontró que un paciente en
Berlin con VIH y que sufría de leucemia, recibió transplante de médula de un
donante que tenía un defecto en un receptor mediante el cual el virus se ancla
a las células para luego penetrar en ellas (la interacción entre virus y célula
se hace como si el virus tuviera llaves en su superficie para candados o
receptores en la superficie de la célula que es invadida - Figura 1), y luego
del transplante el virus desapareció casi por completo del paciente [14].
Figura 1. Las
proteínas llamadas gp41 y gp120 son las llaves que utiliza el virus para entrar
a la célula. El receptor principal celular (llamado CD4) actua como el candado
para que la llave viral se ancle. Tomado de: http://www.ebioworld.com/2012_07_01_archive.html.
Esto ha abierto un
campo de investigación para alterar a propósito el gen que genera este receptor
en los pacientes de SIDA (los genes tienen las instrucciones para construir
estos receptores), lo que podría convertirse en un tratamiento efectivo; es
algo así como dañar el candado para que la llave no entre. Es posible que con
las nuevas tecnologías que han emergido en los últimos años, que permiten
básicamente alterar cualquier gen que queramos [15–17] dañar estos candados celulares sea aún más sencillo. Por
otra parte, el año pasado uno de los descubridores del virus, el Dr. Robert
Gallo, y sus colaboradores , anunciaron las pruebas en humanos para una vacuna
contra el VIH en la que han trabajado por más de una década [18]. Aunque suena prometedor, tendremos que esperar a que
estas evaluaciones en humanos sean exitosas antes de ver si este también es un
tratamiento posible.
El VIH continua
siendo uno de los más grandes flagelos de este siglo, pero los avances
exponenciales de los grupos pioneros en investigación del virus, y las nuevas
tecnologías de modificación de genes, junto con la tradicional terapia
antiretroviral, dan esperanzas de que una cura pueda ser descubierta en un
futuro no muy lejano.
Referencias
1.
AIDS.gov [Internet]. [cited 2016 Jun 16]. Available from: https://www.aids.gov/
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6. (CDC) C for DC& P. Pneumocystis carinii Pneumonia
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7. (CDC) C for DC& P. Opportunistic infections and
Kaposi’s Sarcoma among Haitians in the United States. Morb. Mortal. Wkly. Rep.
1982;31:360–1.
8. Gallo RC, Sarin PS, Gelmann EP, Robert-Guroff M,
Richardson E, Kalyanaraman VS, et al. Isolation of human T-cell leukemia virus
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9. Barré-Sinoussi F, Chermann JC, Rey F, Nugeyre MT, Chamaret
S, Gruest J, et al. Isolation of a T-lymphotropic retrovirus from a patient at
risk for acquired immune deficiency syndrome (AIDS). Science. 1983;220:868–71.
10. Rambaut A, Posada D, Crandall KA, Holmes EC. The causes
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12. Arts EJ, Hazuda DJ. HIV-1 antiretroviral drug therapy.
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18. AIDS pioneer finally brings AIDS vaccine to clinic
[Internet]. Sci. News. [cited 2016 Jun 22]. Available from:
http://www.sciencemag.org/news/2015/10/aids-pioneer-finally-brings-aids-vaccine-clinic?rss=1
Category:
SIDA,
VIH
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