Por Adriana Arango Vélez
Hace ya casi 12 años que
salí de Colombia, cuando después de haber terminado la tesis de mi maestría en
el Centro
Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), decidí ir a hacer el doctorado en Canadá. Aunque
mi inglés era muy básico, pensé que ésta era una buena oportunidad para
realizarme profesionalmente y seguir en el camino de la fisiología de plantas
en una muy buena universidad en Edmonton-Canadá (Universidad
de Alberta); y también tener la
oportunidad de vivir en un país donde los
recursos tecnológicos para trabajar en ciencia son más avanzados que en
Colombia. Edmonton se convirtió entonces
en mi hogar por varios años, más de los que había anticipado; y fueron muchas
las veces que me pregunté “¿qué estoy haciendo acá?”, cuando los fríos intensos
del invierno penetraban mi cuerpo y hasta mi cerebro. Cuando salí de Colombia, me fui con la idea de hacer el doctorado y
regresar después, para aplicar a una posición en la Universidad Nacional, pero al
pasar el tiempo, a pesar el frio, encontré la oportunidad de hacer el
post-doctorado también en la Universidad de Alberta.
Pero déjenme les cuento un
poco de la visión que tenía antes de encontrar la oportunidad de salir de Colombia.
Mi pregrado y maestría los realicé en la Universidad Nacional de Colombia en
Palmira y Bogotá respectivamente. Y una de las cosas que recuerdo cuando estaba
haciendo el pregrado era pensar en lo difícil y casi imposible que sería ser
aceptada en una universidad extranjera, y más sabiendo que mis recursos
económicos eran limitados, el nivel de inglés era muy básico, y no tenía
contactos para hacer relaciones con universidades en el exterior. Sin embargo
mi visión empezó a cambiar cuando trabajando con varios científicos de Cenicafé y CIAT, me di cuenta que sí existían oportunidades en el
exterior, que por ejemplo existían becas internacionales en Canadá (Education in Canada), Universidades (UniversityStudy) y otras
entidades (NSERC) que ofrecen ayudas para estudios de posgrado. Trabajar
con científicos en Colombia fue muy valioso y me dio las herramientas para descubrir
nuevos horizontes. Entender que a eso que le llamamos “echados pa’delante”
tiene mucho de verdad, y que necesitaba ponerlo en práctica para buscar nuevas
oportunidades. El hecho de no saber inglés, dejo de ser entonces una limitación
para aplicar a una buena opción en Canadá, propuesta por una compañera y amiga
del CIAT.
Hacer el doctorado en la
Universidad de Alberta fue una excelente experiencia. A nivel académico, podría
decir que no estamos muy lejos de los cursos ofrecidos, al menos en mi
experiencia, si comparamos por ejemplo con Universidad Nacional. Sin embargo,
el nivel de acceso a la tecnología y revistas científicas es mucho mayor, lo
cual no es un secreto en Latinoamérica. Desarrollar proyectos en colaboración
con otras universidades y entidades canadienses, también me abrió las puertas
para establecer lazos profesionales que hasta ahora siguen siendo cruciales en
mi desarrollo profesional. Una vez terminado el doctorado, decidí quedarme en
la Universidad de Alberta para hacer el postdoctorado, pues consideré que era
necesario para poder trabajar en docencia. Sin embargo, al terminar mi
postdoctorado, me di cuenta que tenía más pasión por la ciencia que por la
docencia. Fue entonces cuando empecé a buscar trabajo en Estados Unidos y
Europa. Se preguntarán, por qué no Colombia y la respuesta es que quería seguir
explorando otras fronteras. Y aunque Colciencias estaba lanzando el programa de
“Es tiempo de volver” a mediados del 2014,
lastimosamente el proyecto no estaba dando garantías de estabilidad para
realizar investigación en el largo plazo. El cual, y después de dos años de
lanzado el programa, no aseguraba una posición estable.
Encontré entonces una
oportunidad de trabajo en los Estados Unidos, en una institución estatal (La Estación Experimental de Agricultura de
Connecticut). Acá mi trabajo está
dividido entre investigación y servicio al público. Lo cual ha sido fascinante,
pues además de hacer ciencia, el dar charlas acerca de fisiología de plantas a
grupos de jardineros, amas de casa, jubilados, escuelas y universidades, me ha
puesto en un contexto más realista; y me ha mostrado que para realizar avances en la
ciencia, se necesita la colaboración constante con grupos de todos los niveles,
académicos y sociales.
¿Qué he aprendido de
mi experiencia en Colombia, Canadá y Estados Unidos? Que la calidad educativa e
iniciativa constante de los colombianos es muy buena, y que si la explotáramos más,
podríamos hacer mejores cosas para el país. Y aunque existen desventajas en
Colombia por la falta de recursos económicos y de una política educativa más
estructurada; quienes estamos fuera del país podríamos seguir creando redes con
instituciones colombianas para darles herramientas a estudiantes o profesionales que
buscan oportunidades en el exterior. Ejemplos como nuestro grupo de Biogenic, donde tenemos la oportunidad de comunicar
ciencia, y también de acercarnos a colegas y estudiantes es una de tantas
formas de ayudar y proyectar la educación.
Hay mucho por hacer y no importa si
estamos fuera o dentro del país. El regresar o no a Colombia es una decisión personal;
pero a aquellos que deciden quedarse fuera, es importante que consideren crear
enlaces en Colombia para dar oportunidad a aquellos que desean hacer estudios
fuera del país. Cada paso cuenta hacia un mejor sistema educativo.
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