Reconsiderando la critica a los Organismos Genéticamente Modificados
Por Juan Diego Palacio-Mejía
Posiblemente en los últimos años, un desarrollo tecnológico no había tenido tanto impacto mediático y resistencia pública como los organismos genéticamente modificados (OGM). Es natural de la condición humana temer a aquello que se desconoce, y sobre todo de aquello que ha sido ampliamente cuestionado. Esta resistencia puede tener un origen en un instinto de supervivencia que nos mantiene a salvo en nuestra zona de confort rechazando y eliminando todo aquello que pueda, aparentemente, afectar nuestra seguridad. El propósito de este escrito es tratar de entender la lógica de la resistencia que presentan los OGM en la percepción pública y algunas de sus consecuencias.
La percepción del riesgo
Para comenzar, deseo poner algunos ejemplos de cómo preconceptos muy bien establecidos en el imaginario popular, pueden alterar nuestra percepción de la realidad. En principio, se podría considerar que nuestra reacción de desconfianza frente a los desarrollos tecnológicos tiene su origen en que son nuevos sus consecuencias son impredecibles. Pero no solo los desarrollos tecnológicos generan estos sentimientos y reacciones, también existen ejemplos en nuestra relación con la naturaleza, donde, por desconocimiento, reaccionamos de manera defensiva. Por ejemplo, aunque muchas especies de serpientes no son venenosas y es posible saberlo con una inspección morfológica, ante su presencia, la primera reacción puede ser eliminarla. Generando un patrón de comportamiento de “eliminar y después verificar”. Otro ejemplo de cómo lo miedos infundados pueden generar un concepto erróneo de la realidad son los murciélagos (Orden Chiroptera). Los murciélagos son un grupo de mamíferos voladores conformado por alrededor de 1100 especies, de las cuales solo tres se alimentan de sangre (Hematófagos)(1). A pesar de esta gran diferencia numérica, es difícil para el común de las personas evitar asociar los murciélagos con vampiros, generando un gran caso de discriminación biológica! Casos similares de temores infundados pueden ser descritos alrededor de organismos como arañas, avispas, abejas, hormigas y tiburones, donde el manejo sesgado de la información ha sido clave en nuestra percepción y formas de relacionarnos con ellos.
Regresando a los desarrollos tecnológicos y las consecuencias “apocalípticas” que estos puedan tener, basta con mencionar el temor a la evolución de los robots y en particular a la inteligencia artificial, el cual ha creado obras magistrales de la literatura y el cine. Pero no es necesario ir al futuro, en la actualidad dispositivos como los teléfonos celulares, en sus orígenes e incluso en la actualidad, han sido cuestionados por la emisión de ondas electromagnéticas (2). Pero a pesar de ello, parece haber un acuerdo de tolerancia que ha llevado a que su uso sea masivo. Incluso, se está considerando la posibilidad de eliminar su prohibición durante los viajes en avión. ¿Será que los beneficios superaron los riesgos?
Existen casos donde los riesgos sobre el uso de la tecnología son evidentes e incluso pueden ser cuantificados, pero aun así la adopción es masiva. Por ejemplo, el uso de medios de transporte como el avión. Como es de esperarse, desde sus inicios, esta actividad fue de alto riesgo. En uno de los primeros vuelos experimentales realizados por los hermanos Wright, el primitivo avión tuvo un accidente en el que resultó herido Orville Wright y muerto su acompañante (3). Pero esto evidentemente no detuvo el desarrollo de la aviación y aunque los accidentes y fatalidades se siguen presentado hasta nuestros días (Figura 1), su desarrollo ha permitido que en la actualidad sea uno de los medios de transporte más seguros (4), superando incluso, en materia de seguridad, el uso de la bicicleta! (Figura 2).
Figura 1. Distribución histórica del número de accidentes de avión. Es de resaltar la tendencia en la disminución de los accidente en los últimos 20 años. (Fuente, http://en.wikipedia.org/wiki/Aviation_accidents_and_incidents).
Figura 2. Comparación de los riegos de muerte por accidentalidad en varios medios de transporte en los Estados Unidos entre 1999 y 2003, mostrando que el avión es el medio de transporte con menos accidentalidad (Fuente, Departamento de transporte de los Estados Unidos).
Dos aspectos sobre la percepción del riesgo por parte de la sociedad son claros en el ejemplo de la aviación. Primero, que a pesar de los riesgos, las sociedades están dispuestas a continuar con el mejoramiento y uso de las tecnologías. Segundo, que a pesar de ser uno de los medios de transporte más seguros, existe un miedo generalizado a volar. Basta con observar la reacción de las personas cuando ocurre turbulencia en un vuelo.
Después de considerar estos ejemplos biológicos y tecnológicos, podemos asegurar que no existe riesgo cero. Pero que al mismo tiempo existen estados de conciencia donde se pueden tolerar y adoptar los riesgos con la promesa de un benéfico, como en el caso de la aviación o no, como en el caso de la serpiente.
El “viacrucis” para liberar un OGM
Ahora, retomando el tema que nos ocupa, ¿cuál es el origen de los temores sociales con el uso de los organismos genéticamente modificados?
Para buscar una aproximación a la respuesta, podemos comenzar por considerar cada una de las fases en las que se puede dividir el proceso de desarrollo de un OGM, desde que la idea es concebida por los interesados, hasta su liberación al medio ambiente. Arbitrariamente se pueden definir las siguientes etapas:
1. Investigación y desarrollo
2. Generación de un producto
3. Producción en masa
4. Liberación o comercialización
5. Monitoreo de los riesgos
Es necesario resaltar que para cada una de estas etapas existen diferentes niveles de regulación dependiendo de los propósitos y las leyes de cada país.
Investigación y desarrollo
Comenzando por la etapa de investigación y desarrollo, es necesario considerar la gran cantidad de disciplinas científicas que convergen a la hora de producir un OGM. Sólo por mencionar el aporte de algunas de estas disciplinas, comencemos por la biología molecular, que ha permitido identificar, caracterizar y aislar el gen o los genes que regulan la característica de interés. La microbiología ha contribuido, entre muchas otras cosas, con el descubrimiento de muchos microorganismos que tienen genes de interés y que funcionan como vehículos para la transformación genética. La bioquímica ha permitido conocer las rutas metabólicas donde estos genes interactúan para predecir su efecto en los organismos receptores del gen. En el caso de la agricultura, las ciencias agrícolas han permitido seleccionar los cultivares que van a ser transformados genéticamente. Esta es solo una pequeña lista de disciplinas que permiten demostrar cómo el desarrollo de los OGM ha sido posible mediante la utilización de muchas técnicas producto de la investigación básica. La canalización de dicha investigación hacia la investigación aplicada ha ofrecido soluciones a problemáticas actuales. En conclusión, podemos ver cómo la fase de desarrollo e investigación de los OGM no es una tarea trivial y por el contrario es el sitio de convergencia de una gran variedad de desarrollos científicos.
Así como los OGM son el producto práctico de la investigación básica, también se han convertido en herramienta para el desarrollo de la ciencia. Es posible creer que gran parte de los organismos modificados genéticamente son liberados al ambiente ya sea para la producción de alimentos o medicinas, pero no es así. En la naturaleza existen ejemplos de transformación genética, como es el caso de la infección producida por la bacteria Agrobacterium tumefaciens en raíces de algunas plantas (5) y en muchos laboratorios alrededor del mundo bajo condiciones de estricto confinamiento y con niveles de seguridad rigurosos, siguiendo protocolos que en su conjunto han sido llamados protocolos de bioseguridad.
Generación de un producto
Después de considerar la fase de investigación y desarrollo, se entra en la fase de investigación aplicada. La investigación aplicada en OGM comienza cuando se ha detectado una problemática que puede ser solucionada por medio de la transformación genética, como por ejemplo, la susceptibilidad de una planta a un insecto plaga. En este caso el reto para los investigadores es conferirle a la planta tolerancia al insecto o protegerla de este. Dentro del “arsenal” de opciones disponibles para lograr esta tolerancia esta la producción de una planta modificada genéticamente a la cual se le introduzca un gen que produzca una toxina que afecte el insecto. Para lograr este propósito es necesario contar con la disponibilidad de un gen que exprese una toxina y que se exprese en la parte de la planta donde ocurre el ataque. Para encontrar estas toxinas, los investigadores buscan en los enemigos naturales de la plaga, si alguno de ellos produce una toxina que afecte al insecto y si esta toxina es producida por un gen, que puede ser aislado del enemigo natural del insecto, e introducido en la planta que necesitamos proteger. Este paso de genes entre organismos es lo que ha dado origen a la palabra transgénico, (transferencia de un gen de una especie a otra). Esta simple descripción del proceso de modificación genética parece sencilla pero implica una gran inversión de recursos económicos, tiempo y talento humano.
Producción en masa
Siguiendo con nuestra secuencia de eventos para liberar un OGM, después de haber logrado con éxito la transformación de un organismo, sigue la producción a escala de este. La producción masiva es un requisito para suministrar el numero de individuos requerido para hacer evaluaciones a gran escala de la eficiencia del OGM, evaluar el riesgo, y poder garantizar el suministro del producto a una escala comercial en caso que el OGM sea liberado.
Hasta este punto, el OGM representa una solución a un problema planteado a nivel de laboratorio, pero antes de que sea liberado debe cumplir con una serie de requisitos regulatorios. Existen directrices definidas a nivel multilateral, como el Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad de las Naciones Unidas. A nivel Regional, un buen ejemplo es la Unión Europea, la cual tiene directrices en este aspecto. A nivel de país, existen entidades a cargo de la evaluación de riesgos, e incluso a nivel local, algunos grupos pueden asociarse para establecer posiciones sobre el uso de OGM, como es el caso de las comunidades indígenas en Colombia que amparadas por los derechos de autodeterminación establecidos en la Constitución se han declarado libres del uso de OGM.
Los análisis de riesgo son generalmente desarrollados bajo la premisa de “caso por caso” y “sitio por sitio”. De esta forma no existe un protocolo estandarizado para hacer la evaluación de riesgo, y cada caso implica un proceso específico. Cabe anotar que los OGM deben pasar por las evaluaciones normales que implica el producto, además de las establecidas por ser genéticamente modificados, esto hace que muchas veces los OGM o sus derivados sean uno de los productos que más evaluaciones de riesgo han tenido antes de ser liberados. Otra implicación de esta rigurosa fase de evaluación son los costos y el tiempo que implica para el solicitante el proceso de liberación de un OGM. Se considera que los costos para cumplir con las regulaciones son tan altos como los incurridos en la obtención del transgénico (6). Y lógicamente, como es de esperarse en un modelo económico como el actual, estos costos son trasladados al usuario final de la tecnología, especialmente si es desarrollada con ánimo de lucro, quien puede estar pagando dos veces el precio que cuesta. Y aun así, hay usuarios quienes asumen este costo.
Liberación o comercialización
Una vez que el OGM o su derivado ha reunido todos los requisitos de bioseguridad establecidos por los organismos de regulación, esta listo para ser liberado al ambiente, es decir comercializado y como todo producto, debe de disponer de una estrategia de mercadeo cuando el producto tiene fines comerciales o de socialización cuando tiene fines sin animo de lucro. Pero el proceso regulatorio y de adopción no termina aquí. El OGM o su derivado todavía deber seguir siendo monitoreado y vencer la resistencia pública. El hecho de que el OGM haya pasado las evaluaciones de riesgo, no significa que no represente un riesgo y como muchas consecuencias pueden ser visibles a largo plazo, es necesario establecer programas muy riguroso de monitoreo.
Después de considerar a grandes rasgos el largo camino que significa la liberación de un OGM y la cantidad de beneficios colaterales que estas tecnologías han traído (ver siguiente sección), cabe preguntarse a qué se refieren los detractores cuando dicen “No a los transgénicos”. Me pregunto, ¿Qué tan responsable es esta afirmación? ¿A que parte del desarrollo se refieren? ¿Logra esta ideología protegernos de los potenciales riesgos sin privarnos de los beneficios?
En los siguientes puntos busco responder a esas preguntas usando como ejemplo los desarrollos agrícolas.
Impacto de los OGM en el sector agrícola
Después de hacer un recorrido por el proceso de liberación de un OGM, surgen varias preguntas: ¿tiene sentido recorrer todo este camino para liberar un producto que goza de tan mala reputación? O en otras palabras, ¿son benéficos los OGM para la agricultura? O ¿simplemente nos han creado la necesidad?
Para buscar una aproximación a estas preguntas, en un contexto agrícola, es posible ver qué ha pasado desde 1996 cuando se comercializó el primer OGM. Estadísticas disponibles hasta el 2013 (7), muestran que por 18 años consecutivos el área sembrada de OGM ha incrementado de manera ininterrumpida cada año demostrando una masiva adopción por parte de los agricultores. Este incremento ha sido de 100 veces del área sembrada en 1996 cuando se sembraron 1.7 millones de Ha, hasta 2013 que se sembraron 175 millones de ha. Este incremento se ha presentado en 27 países que actualmente siembran OGMs de los cuales 19 son considerados países en vías de desarrollo, y que en conjunto superaron el área sembrada de los países desarrollados. En los países en vías de desarrollo, 16.5 millones de pequeños agricultores utilizaron semillas GM. Para el 2014 se espera que estos beneficios se extiendan a los países del tercer mundo, debido a que Panamá, Indonesia y Bangladesh aprobaron siembras de OGM (7).
Algunos de los beneficios ambientales derivados de 18 años de siembras de OGM hablan de una reducción en el uso de insumos agropecuarios estimado en 497.000 toneladas. Para el 2012, se estimó una reducción en la emisiones de CO2 de 26.7 millones de toneladas, el equivalente a retirar de circulación 11.8 millones de vehículos (7).
Hasta el momento el panorama luce muy alentador, pero ¿qué pasa con los efectos negativos del uso de los OGMs? Hasta ahora ha resultado difícil encontrar en la literatura científica efectos nocivos de los cultivos OGM. Han existido trabajos polémicos a los que se les ha dado mucha atención mediática que han puesto en tela de juicio estos cultivos (ver (8), (9)), pero muchos de ellos han sido duramente criticados por pares académicos (ver (10), (11)) y algunos de ellos retractados por las publicaciones, como ocurrió recientemente con un estudio que hablaba del efecto tóxico de maíz GM en ratones (12). Tampoco se dispone de una lista de muertes por consumo de estos organismos, o sus productos derivados como sí existen del uso de la aviación como medio de transporte.
Una revisión de las críticas más comunes sobre los OGM son en mayor medida responsabilidad de las técnicas de producción agrícola que de los OGMs. Muchas de esas críticas también fueron compartidas con la revolución verde (13) como lo son el uso de monocultivos, la erosión de la diversidad genética de los cultivos, la ampliación de la frontera agrícola, el uso de insumos agropecuarios, entre otros.
En una corta mirada al pasado, es posible apreciar que las innovaciones agrícolas han tenido un gran impacto en el medio ambiente y en la civilización humana. Una de las grandes revoluciones tecnológicas de la humanidad fue la agricultura. Con el desarrollo de la agricultura hace alrededor de unos 10000 años, comenzaron una serie de transformaciones sociales y biológicas. Este desarrollo permitió pasar de sociedades nómadas a sedentarias originando el florecimiento de grandes civilizaciones, y como consecuencia, desde entonces, los desafíos de alimentar una población en constante crecimiento ha sido una preocupación de agricultores y recientemente de investigadores (14). Como producto de esta necesidad, cada cultura se ha las ha arreglado para incrementar los rendimientos agrícolas adaptándose a las condiciones locales y previniendo los riesgos de tipo ambiental como sequías, estaciones o inundaciones así como enemigos biológicos. Es así que es posible ver sofisticados adelantos agrícolas a través de la historia, por ejemplo, cabe resaltar el impresionante sistema de terrazas utilizado por Vietnamitas o los Incas en los andes (Figura 3) para controlar la erosión del suelo, que demuestra una ingeniosa forma de adaptación agrícola a las condiciones locales, cambiando por completo el ecosistema local a favor de la producción. ¿Me pregunto si estas tecnologías habrán tenido sus detractores? ¿Serian los OGM’s de la época?
Figura 3. Ejemplos de tecnologías agrícolas desarrolladas por diferentes civilizaciones para mejorar la producción. A. Terrazas donde se cultiva arroz en Vietnam, este sistema productivo datan desde el Neolítico (Foto Hai Thinh, Flicker). B Terrazas Incas en Pisac, Perú (Foto Pablo Spika, Panoramio).
En la actualidad es posible ver el incremento de la producción agrícola en el último siglo producto de la investigación. Un buen ejemplo para ver este impacto, es observar los incrementos en el rendimiento de maíz en los Estados Unidos. En la figura 4 se puede apreciar el incremento que ha tenido la producción de maíz según datos de la Secretaría de Agricultura de los Estados Unidos. Este incremento en la producción ha estado estrechamente relacionado con desarrollos científicos, especialmente en el campo de la genética. En la gráfica se puede observar cómo después de cada hito histórico en la genética durante los últimos 150 años, se ha marcado un punto de quiebre en la producción de maíz. Comencemos por analizar la grafica a finales del siglo XIX, periodo durante el cual Darwin publicó su teoría de la selección natural, y Mendel descubrió las leyes de la herencia. Sin embargo, no fue si no hasta que las leyes de la herencia de Mendel fueran redescubiertas a principios del siglo XX, que se comenzaron a ver los impactos positivos del mejoramiento genético en el rendimiento del maíz. Posteriormente, después de la segunda mitad del siglo pasado, cuando se pusieron en práctica una serie de mejoras agrícolas como el uso de variedades mejoradas e intensivo uso de insumos agrícolas en lo que se denomino la revolución verde, se puede observar cómo la producción se incrementó significativamente. En lo que llevamos de este nuevo siglo, los avances científicos desarrollados durante el siglo pasado, ha comenzado con la era de los cultivos biotecnológicos, que según la tendencia en rendimiento, prometen seguir mejorando la producción agrícola.
Figura 4. Productividad histórica del maíz en los Estado Unidos hasta el 2005, datos tomados de USDA.
Otra observación interesante de la figura 6, es cómo los avances científicos, toman algunas décadas en transformarse en un impacto directo en la sociedad.
Es evidente entonces, que las técnicas de producción agrícola van cambiando y mejorando a través de la historia. En algunos casos, las técnicas son reemplazadas por nuevas, sucediéndose unas a otras y en otros casos coexistiendo. Las tecnologías no son excluyentes y dependen en gran parte del contexto en el que se origina la producción agrícola. Si el contexto es de producción a nivel industrial, lo más seguro es reducir los riesgos haciendo uso de las tecnologías más avanzadas, pero si el objetivo es producción para autoconsumo o para vender en mercados locales o a objetivos específicos del mercado, como en el caso de los cultivos orgánicos, es posible que el paquete tecnológico tenga que ser diferente. Lo importante es que cada modelo productivo tenga acceso a la tecnología necesaria y no tratar de imponerlos.
Entonces, ¿todo es color rosa con los OGMs?
Varios de los argumentos en contra de los cultivos OGM se basan en el monopolio de la tecnología y sus derivados. Es cierto que un reducido grupo de compañías controlan el mercado de las semillas OGM, y no solo eso, sino también controlan las patentes de la tecnología necesaria para producirlas, impidiendo que terceros puedan usarla, a menos que lleguen acuerdos sobre su uso. Es una pena que esto suceda, pero no es un escenario exclusivo de la producción de semillas, en otros campos es evidente, por ejemplo, en la producción de medicinas o siguiendo con las analogía de la aviación, sólo un puñado de empresas hacen aviones, y dos de ellas controlan el mercado de la aviación civil (Boeing y Airbus), y tampoco existe una resistencia social.
Esta “distorsión” puede tener su origen en el origen de los recursos económicos con los que se ha generado la tecnología. Repasando la historia de la ciencia durante los últimos dos o tres siglos en cuanto a financiación se refiere, podemos encontrar el origen de esta distorsión. Durante el siglo XVIII y XIX, muchos de los grandes adelantos científicos vinieron de personas que con sus propios recursos financiaron sus descubrimientos. Solo para citar algunos casos, Alexander von Humboldt gastó su herencia en sus viajes, el mismo Darwin hizo lo propio y Mendel solo necesitó invernaderos en su monasterio. Las cosas cambiaron en el siglo XX, y las sociedades al reconocer que los adelantos científicos eran un camino expedito para la búsqueda de soluciones a problemas cotidianos, decidieron financiar la investigación a través de los recursos públicos. Al mismo tiempo la empresa privada comenzó a ver una gran oportunidad económica, comenzaron a desarrollar departamentos de innovación y desarrollo, siguiendo el ejemplo de inventores como Thomas Alba Edison, cuyo laboratorio paso a ser uno de las primeras divisiones de innovación y desarrollo privado que existió, al hacer parte de General Electric (15). Para finales del Siglo XX, la investigación realizada por el sector privado comenzó a superar la inversión pública y en el caso de la agricultura, que dependía del suministro de semillas de las Instituciones Nacionales de Investigación Agrícola, comenzaron a ver que la solución a sus problemas no era satisfecha por estos programas y como opción encontraron las semillas biotecnológicas. Lógicamente, estas corporaciones esperan una tasa de retorno que permita recuperar la inversión realizada en el desarrollo de la tecnología y una ganancia. Además, estas soluciones tecnológicas solo están disponibles para un pequeño grupo de cultivos. Por último, estas primeras generaciones de cultivos transgénicos, traen beneficios evidentes para el productor de la semilla y el productor agrícola, como tolerancia a herbicidas o en insectos, pero no para el consumidor final.
En Colombia, con el paso del tiempo y la oportunidad que ofrece la tecnología de OGM’s, iniciativas privadas, como gremios agrícolas, por ejemplo, Cenicafé o Cenicaña, programas nacionales de investigación agrícola, organizaciones sin ánimo de lucro, como la Corporación de Investigaciones Biológicas (CIB), Universidades públicas y privadas e iniciativas globales o regionales de filantropía como el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), han comenzado a implementar estas tecnologías en sus programas de investigación para la producción de semillas buscando que el beneficio llegue directamente al productor. Pero se han encontrado con un panorama tan hostil que muchos de estos programas fracasan en el intento y al final, quedan en tan solo ejercicios académicos. En los casos excepcionales donde se ha llegado a tener un producto final, este no puede ser liberado. El caso mas dramático es el del arroz dorado, que contiene un precursor de vitamina A, clave para la prevención de la ceguera infantil en muchos países del tercer mundo (16), especialmente en Asia y que no ha podido ser liberado por la resistencia publica que presenta hacia estos cultivos (17). Este panorama de rechazo a los OGM sin importar el origen, limita directamente a las instituciones que deseen liberar OGMs pues reduce su posibilidad de encontrar suficientes recursos financieros para completar el costoso proceso del desarrollo hasta la liberación, negando un beneficio mas universal y equitativo en este tipo de tecnología. El panorama es bien distinto para las grandes corporaciones biotecnológicas ya que cuentan con suficiente poder financiero para ser más competitivas, lo que les permite mantener el monopolio de los OGMs, pues pueden ofrecer productos más rentables.
Todo este contexto lleva a la necesidad de replantear la crítica a los organismos genéticamente modificados, que permita hacer diferencias entre la técnica y sus dueños, los contextos donde estas técnicas tiene un gran nicho de oportunidad y en cuales no, para poder de esta manera disfrutar de los avances científicos que ofrece. La crítica y la discusión son un derecho que como seres humanos tenemos, sin embargo, en el caso de las discusiones sobre los impactos de las tecnologías, estas deben ser analizadas bajo una perspectiva bioética y con criterios más técnicos que pasionales.
Es muy común que se hable de indemnizaciones por daños ocasionados por el uso irresponsable de las tecnologías, pero también se debería hablar de indemnizaciones por los beneficios que se han dejado de recibir con el bloqueo a los desarrollos científicos, cuando este bloqueo es basado en criterios subjetivos. ¿Quién responde por estos perjuicios? Para ilustrar esta pregunta, es importante mencionar que el por ejemplo, en 2002 durante una hambruna en Zambia, en la cual había 2.9 millones de personas en riesgo de morir de hambre según las Naciones Unidas, el gobierno local rechazó una ayuda humanitaria de Estados Unidos porque este último no podía garantizar que el maíz estuviera libre de OGMs (18).
En conclusión, aunque durante el desarrollo y liberación de los OGM, es necesario considerar los riegos, esto no parece que estas etapas sean el problema. Es claro que en algunos casos la tecnología es segura y donde pueden presentarse posibles riesgos estos están siendo o pueden ser mitigados. El problema parece estar centrado en el monopolio que se ejerce de dicha tecnología. Entonces, si la tecnología es aparentemente segura y necesaria, ¿cómo se puede vencer el monopolio? En mi opinión personal, es desarrollando competencia. Esta puede venir de otras compañías, del sector público o del sector sin ánimo de lucro. Pero si seguimos rechazando a ultranza la tecnología, nunca va a desarrollarse la competencia y difícilmente vamos a lograr romper el monopolio. Considero que la oposición al uso de estas tecnologías esta beneficiando a las compañías ya establecidas dejándoles el camino libre para que se sigan consolidando, mientras los contradictores van dejando de lado la posible competencia y negándonos la posibilidad de aprovechar la tecnología.
Es cierto que aun existen muchas preguntas para ser resueltas en torno a los OGM’s, pero también son evidentes algunos beneficios. Pero entre estas certezas e incertidumbres está el público general al cual le manipulan sus miedos ciertos sectores de la sociedad. Solo con la educación de calidad podrán los ciudadanos romper sus miedos y tomar objetivamente las mejores decisiones para un crecimiento adecuado de la ciencia, la tecnología y la sociedad.
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