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Impresiones sobre el Impacto de la Biotecnología en la Producción Agrícola

por Morgan Echeverry Solarte.

Prefacio Introductorio

Durante el siglo XX la producción agrícola se incrementó como nunca en la historia de la humanidad debido a importantes conocimientos científicos y tecnológicos. Aunque este fenómeno, al que se le conoció como revolución verde, permitió abastecer de alimento a miles de personas, la cantidad de seres humanos padeciendo por problemas de hambruna o desnutrición ha venido en alza. Dada esta problemática se planteó la necesidad de una nueva revolución verde, fundamentada en una prometedora disciplina: La biotecnología. Esta disciplina fue presentada a inicios de la década de los 90’s como el camino mas corto y efectivo para acabar con el hambre mundial. En el presente escrito ponderaremos el valor de la biotecnología en la agricultora. Para hacerlo, empezaremos por una descripción histórica de la consolidación de la investigación agrícola como herramienta para aumentar la producción de los cultivos. Este antecedente histórico nos permitirá entender como la biotecnología se abrió paso como alternativa dominante dentro de la investigación agrícola. Posteriormente comentaremos algunos de los logros así como algunas de las limitaciones de esta disciplina. Nuestro siguiente paso será enmarcar las limitaciones de la biotecnología en un contexto socioeconómico. Para hacerlo daremos un vistazo al pensamiento del genetista Richard Lewontin, en el cual encontraremos nuevos elementos que nos permitirán ponderar la biotecnología como estrategia para solucionar el problema del hambre del mundo.

Norman Borlaug y la Segunda Revolución Verde.

En septiembre 12 de 2009 falleció el premio nobel de la Paz (1970) Norman Ernest Borlaug. Aunque para una gran mayoría del planeta su muerte paso inadvertida, este agrónomo, patólogo y genetista tuvo una carrera que impactó de manera directa la vida de todos. Borlaug nació en el seno de una familia de agricultores de Iowa (EEUU) el 25 de marzo de 1914. Vivió la dureza de la crisis económica de los 30’s, mientras vivía en la ciudad de Minneapolis (Minnesota, USA). En esa época, los estragos del hambre sobre la población de esta ciudad impactaron profundamente a Borlaug [1].

Tras concretar sus estudios doctorales en la Universidad de Minnesota, viajó a México patrocinado por la corporación Rockefeller. Lázaro Cárdena, presidente entonces de México, había iniciado una reforma agraria que permitió redistribuir la tierra entre campesinos de ese país. Sin embargo, por ese entonces la producción de trigo de los pequeños agricultores estaba siendo afectada por la Roya (enfermedad causada por un hongo). Borlaug, cuyos estudios Doctorales estuvieron enfocados en esta enfermedad, propuso novedosas estrategias para combatirla. Sus ideas involucraban el desarrollo de líneas genéticamente resistentes, así como la implementación de técnicas de riego, fertilizantes y pesticidas que permitieron elevar la productividad de los campos. Para 1963 el país era autosuficiente y ya estaba exportando el grano, mejorando así la calidad de vida de cientos de personas en México. Este éxito se extendió a otros cultivos, y dio origen a la creación del Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y el Trigo (CIMMYT) en México [1].

Los ecos de sus logros se escucharon en todo el mundo, de tal forma que sus estrategias fueron llevadas a Asia. En los 60’s, Pakistan y la India se desgarraban en una guerra que además de desangrar a ambas Naciones, ocasionó hambrunas devastadoras. Borlaug, con gran perseverancia y en medio de las balas cruzadas de los ejércitos, logró sembrar sus líneas mejoradas disminuyendo así el hambre en esta región. En 1968 Pakistan era autosuficiente en la producción de Trigo, y la India lo fue en 1974. Estos éxitos fueron descritos en 1968 por la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) como una Revolución Verde [2]. Años más tarde los académicos denominaron esta Revolución como la Segunda Revolución verde, ya que la primera se presentó en el Neolítico, cuando el hombre implementó la agricultora.

Estos éxitos hicieron a Borulaug merecedor del Premio Nobel de la Paz en 1970. Su esfuerzo, perseverancia y dedicación permitieron salvar la vida de cientos de personas en estos países. Además, sus estrategias e ideas de una agricultura a gran escala fueron implementadas en todo el mundo, permitiendo salvaguardar (hasta cierta medida) la seguridad alimenticia en muchos países (entre ellos los latinoamericanos), así como fortalecer una industria agrícola.

En búsqueda de La Tercera Revolución Verde

El ejemplo del CYMMIT fue llevado a otras latitudes y a otros cultivos permitiendo reforzar el IRRI (Instituto Internacional de Investigación en el Arroz, Los Baños, Filipinas), así como dando origen a otras Instituciones como el CIAT (Centro Internacional de Agricultora Tropical, Cali, Colombia), y el IITA (Instituto Internacional de Agricultura Tropical, Ibadan, Nigeria), entre otros. Con la finalidad de soportar financieramente estos institutos y salvaguardar la seguridad alimentaria en el mundo, nace en 1971 el CGIAR (Grupo Consultivo de Investigación Agrícola). Este se crea de la mano de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación), el Banco Mundial y varias corporaciones como la Kellogg y la Rockefeller. Años más tarde los gobiernos del mundo empiezan a incorporarse al CGIAR contando en la actualidad con la participación de 47 países así como fundaciones privadas y otras organizaciones públicas. El CGIAR nace entonces como una organización Internacional que da soporte a la investigación agrícola, que permite mantener y extender la revolución verde alcanzada por Borlaug.

Acorde al CGIAR, sin sus esfuerzos la producción agrícola mundial sería 4 o 5 % menor; los países en desarrollo producirían entre 7% y 8% menos alimento; el precio de los mismos (especialmente granos) podría ser entre 18% y 21% más alto; a la vez que tendríamos entre 13 y 15 millones de niños adicionales sufriendo de malnutrición [3]. Sin embargo, los esfuerzos del CGIAR, así como los de otras instituciones como la FAO, parecen insuficientes para lograr detener el hambre en una población mundial creciente.
Según la FAO, a 2009, más de mil millones de personas en todo el mundo pasan hambre [4]. El incremento del hambre ha sido una constante en las últimas décadas. Por esto, desde hace varios lustros los científicos (entre los cuales estuvo Norman Borloug) han hecho un llamado por una tercera revolución verde. Aunque varias opciones han sido propuestas para lograr un incremento en la producción agrícola, la principal estrategia se ha concentrado en la implementación de la biotecnología, la biología molecular y la ingeniería genética. Una capacidad potencial de encontrar con mayor precisión los genes que confieran mayor productividad, resistencias o calidad alimenticia, así como la novedosa capacidad de incorporar genes en las plantas mediante transgénesis [5], ha motivado a los científicos a enfocar la investigación agrícola en estos aspectos. Pero tras cerca de 20 años de investigaciones, ¿Se ha presentado esta tercera Revolución Verde? A continuación, haremos un breve recorrido sobre la historia de la biotecnología agrícola abordando algunos de sus logros y limitaciones.

Logros y Limitaciones de la biotecnología agrícola.

Inspirados en gran parte por los logros de la segunda revolución verde (y posiblemente también motivados por intereses de tipo económicos como lo veremos mas adelante), científicos a inicios de los años 90’s fueron optimistas respecto a los potenciales de la biotecnología agrícola. Este fenómeno fue reflejado en el título del reporte estratégico del Banco Mundial del año 1991: “Biotecnología Agrícola: La siguiente revolución verde” (Agricultural Biotechnology-“The next green Revolution”) [6]. Desde ese entonces cientos de proyectos investigativos han sido promocionados y financiados, no solo por el Banco Mundial, sino por una multitud de donantes, gobiernos y sectores privados.

La promoción de la revolución verde mediada por la biotecnología contó con el respaldo de notorias personalidades, incluyendo a Norman Borlaug. Sin embargo, casi desde un comienzo, la biotecnología agrícola tuvo una notoria crítica especialmente de los sectores ecologistas. Organizaciones como Green Peace mostraron fuertes críticas al optimismo esbozado en esos años; muchas de esas críticas estaban fundamentadas en ciertos temores, basados en cambios y modificaciones que los organismos transgénicos podían producir sobre los seres humanos o el ambiente. Estos recelos fueron manifestados principalmente en los países europeos radiándose especialmente a los países africanos. Aunque muchos de los organismos transgénicos han resultado inocuos a la salud humana; nunca antes en la historia, ni si quiera en la época de la guerra fría cuando había muchas investigaciones en armas nucleares, se levantó tanta crítica por parte de la opinión pública respecto a un avance tecnológico.

Tras dos décadas de posiciones a favor y en contra entre promotores y opositores a la biotecnología agrícola, las cifras de hambre y malnutrición en el mundo muestran que nos encontramos muy lejos de una Tercera Revolución Verde. Sin embargo, no se puede desconocer ciertos logros que la biotecnología agrícola ha tenido. Autores como Eicher et al (2006) [6] y Akhond y Machray (2009) [7] resumen los mayores logros alcanzados mediante la transgénesis de plantas. En este sentido, plantas con resistencia a herbicida, insectos, bacterias y virus, han sido producidas especialmente por compañías privadas. Igualmente plantas con mejor calidad nutricional, como el arroz dorado, han resultado exitosas. Sin embargo, auque para el año 2007, los cultivos transgénicos habían sido cultivados por 12 millones de agricultores en 23 países [7] pocos ejemplos indican que estos cultivos apuntaran hacia una nueva revolución verde. Quizás, la excepción parecería ser el algodón transgénico con resistencia a insectos (algodón Bt) el cual permitió la reducción de pesticidas por parte de agricultores en China y en la India, permitiendo a su vez un aumento en las ganancias de los pequeños agricultores [6]. Desafortunadamente para los promotores de la biotecnología agrícola, este ejemplo, como veremos mas adelante, mostró algunos problemas de los cuales los científicos no parecían ser conscientes o estar preparados.

Además de la transgénesis, otro de los campos investigativos en los cuales la biotecnología ha hecho grandes esfuerzos, es en la búsqueda de marcadores moleculares que permitiesen asistir y optimizar los programas de mejoramiento genético de plantas. Para entender un poco el concepto de lo que son maracadores moleculares, partamos del hecho que los programas de mejoramineto tiene una doble finalidad. La primera es aumentar la producción de los cultivos (en medio de determinados ambientes) y la segunda mantener un banco de diversidad genética que permita resistir la llegada de nuevas plagas y enfermedades. En medio de estos programas investigativos, los científicos buscan encontrar los genes que les permitan obtener el mejor tipo de plantas. Sin embargo encontrar esos genes no es tarea nada fácil. Una forma de hacerlo es mediante ciertas señales o marcas que se encuentran en el ADN (marcadores moleculares) y la cuales se correlacionan con la presencia o ausencia en la planta de una característica deseada. Para encontrar estas marcas es necesario desarrollar investigaciones, las cuales muchas veces puede tomar años. Sin embargo, una vez encontradas, los científicos rutinariamente las usan para seleccionar los individuos que las tengan. Este tipo de investigación ha resultado bastante eficaz para encontrar algunas resistencias a enfermedades. Un ejemplo lo encontramos en la soja donde se encontraron marcadores moleculares asociados a la resistencia de la planta al patógeno Phytophthora [8]. Sin embargo ha resultado de poca utilidad para optimizar el rendimiento y calidad de los cultivos [9]. De hecho, desde la misma ciencia han venido las voces que claman por un equilibrio integral que permita adelantar tanto investigación biotecnológica así como investigación genética clásica [9], como la que permitió alcanzar la segunda revolución verde.

Hemos visto así logros y limitaciones de la biotecnología agrícola, sin embargo paradójicamanete, en su mas renombrado logro, el algodón Bt, se puso en evidencia el que es quizas el mas peligroso de los riesgos de la biotecnología agrícola: el ir en contra de la anhelada Revolución Verde. El algodón Bt aligeró las cargas económicas de algunos agricultores en la India y en la China pero no ocurrio lo mismo en Sudafrica. En los primeros años de cosechas en Sudafrica se reportaron altos ingresos por parte de pequeños agricultores al reducir los costos de pesticidas, pero hacia los años 2002 y 2003, algo no funciono bien. El problema en este algodón no venía de una fuga de los genes a otras plantas nativas, o de una resistencia por parte de los insectos al transgén, ni mucho menos un silenciamiento de este o de una toxina que generará alergia a la ropa creada con este algodón. ¡No!, el problema venia nada más y nada menos del mismísimo sistema socioeconómico. El algodón transgénico había permitido la consolidación de una asociación por parte los agricultores de la región generando una desmotadora (fábrica de procesamiento del algodón) que los beneficiaba a todos y permitía la generación de créditos. Sin embargo una nueva desmotadora de algodón se instaló en el mismo sitio. Varios agricultores vendieron su algodón a esta nueva empresa llevando a la quiebra a la compañía inicial. Así, el crédito se terminó y la producción de algodón se redujo drásticamente. Este ejemplo ha sido considerado por varios autores como “un triunfo tecnológico pero un fracaso Institucional” [6]. De esta manera quedó manifestado que aunque podamos crear la planta más productiva y de mejor calidad, esta estará destinada a beneficiar solo a quienes tienen la capacidad financiera de aprovechar esta iniciativa, a menos que contemos con instituciones y mecanismos que permitan un masivo beneficio para la sociedad.

Aparece de esta manera un nuevo elemento: El Capital. Este elemento es por lo general omitido en los debates científicos, pero hoy por hoy determina y condiciona los alcances e impactos de la ciencia. Varios autores han hecho críticas a la influencia del capital sobre la ciencia. En el caso de la agricultura, esta problemática la ha venido planteando por el genetista Richard Lewontin desde la década de los 80’s, cuando aún estabamos alejados del impacto de la marcada influencia de la biotecnología. A continuación describiremos brevemente algunos de sus puntos de vista con la finalidad de encontrar elementos que nos ayuden a seguir ponderando el valor de la biotecnología agrícola en la búsqueda de una nueva revolución verde.

Richard Lewontin: Capital, investigación y sociedad.

Richard Lewontin es un biólogo y genetista estadounidense nacido en 1929. Ha sido profesor de Harvard, y por los estudiosos de la genética es popular por sus libros introductores a este campo de conocimiento (Veáse por ejemplo Suzuki et al. 1992 [10]). En el campo práctico de la biología molecular y biotecnología es celebre también por sus esfuerzos en consolidar la electroforesis (una técnica que permite estudiar el ADN) como técnica investigativa. A la misma vez han sido gigantes sus contribuciones en la consolidación de la genética de poblaciones y del pensamiento evolutivo.

Sin embargo, un lado desconocido y quizás poco esperado de este científico es que es un marxista reconocido en el campo de las humanidades. Libros y ensayos como La Triple Hélice, La biología como ideología, La doctrina del ADN, El biólogo dialéctico, El sueño del genoma humano y otras ilusiones [11], y La biología bajo influencia, entre otros, han permitido refrescar la biología y la genética del pensamiento mecanicista y reduccionista.

Dos ensayos de Lewontin y el economista Jean-Pierre Berlan se enfocan en la investigación agrícola y sus problemas: “The political economy of hybrid corn” (La economía política del maíz híbrido) [12] y “Technology, research, and the penetration of capital: the case of U.S agriculture” (Tecnología, investigación, y la penetración de capital: El caso de la agricultura de USA) [13]. Estos ensayos muestran aspectos de la investigación agrícola pocas veces considerados por los científicos. Aspectos que sin duda para muchos, podrían sonar controversiales, sino es que rebeldes.

En estos ensayos los autores empiezan por describirnos el cuadro socioeconómico en el que la mayoría de los científicos creen que están. Acorde a este ideal e ilusorio esquema, tradicionalmente se piensa que la investigación básica pública y/o privada es llevada a cabo por un deseo de conocer los secretos de la naturaleza. Bajo este modelo, la dirección de la investigación es dictada por las características de la naturaleza y por los deseos culturalmente condicionados del científico. Esta investigación, usualmente es financiada por dineros públicos dados a universidades o fundaciones. Cuando la investigación básica da resultados y descubrimientos, éstos son tomados por instituciones de investigación aplicada, tales como laboratorios gubernamentales especializados en este proceso, centros de investigación de corporaciones y/o empresarios. Así pues, ellos desarrollan estrategias para reducir los costos de producción y crear nuevos productos (tales como nuevos medicamentos) que serán distribuidos en la sociedad. Sin embargo este cuadro socioeconómico ilustrado hasta aquí, esta bastante distanciado de la realidad. La investigación básica, lejos de ser autónoma, esta en un constante estado de interacción recíproca con exigencias sociales y económicas. En parte debido a que la investigación básica depende de la percepción de su utilidad.

Teniendo en cuenta lo anterior, Lewontin y Berlan exponen que la investigación científica esta en medio de dos elementos poco tenidos en cuenta por los científicos. El primer elemento, es que la investigación científica permite la penetración del capital en sectores de la sociedad que parecerían inaccesibles al mundo de los negocios; el segundo elemento es que la utilidad socioeconómica de los productos arrojados por la investigación científica direccionan la percepción de lo que la sociedad (y en ella la comunidad científica) consideran como verdad de la naturaleza.

El desarrollo del maíz hibrido es a título de los autores un ejemplo donde podemos apreciar estos elementos. La producción de semillas agrícolas parecía a inicios del siglo XX, un mundo en el que difícilmente un negocio (y en él el capital) podría prosperar. En el caso del maíz, por siglos los agricultores implementaban selección artificial de las mejores mazorcas y mejores plantas con la finalidad de obtener mejor producción agrícola (aunque sin duda sin niveles comparables a los actuales ya que carecian de riego intensificado y pesticidas y entre otros). En este esquema el agricultor usa (o usaba en algunos países) una porción de la semilla de su cosecha como la materia prima para la producción del siguiente ciclo, por lo que se hacia innecesario comprar de nuevo la semilla. En el siglo XX investigaciones básicas en el maíz, motivadas por el deseo de aumentar la producción agrícola, permitieron reconocer el Vigor Hibrido o Heterósis. Este fenómeno es explicado como la mayor fortaleza de diferentes características en los mestizos [14]. Así pues al cruzar dos tipos especiales de padres, los hijos (generación 1) producirán un mejor maíz que los padres. Sin embargo, al reproducirse los hijos, su descendencia (generación 2) no será tan vigorosa como lo fueron ellos. La investigación entonces se concentró, en complejos procesos de mejoramiento que permitieran desarrollar tipos de padres que al cruzarse generarán una semilla que daria origenes a hijos vigorosos. De esta manera, una vez se han desarrollado los parentales a través de investigación, se pueden vender las semillas resultantes de su cruce (sus hijos, la generación 1), con la seguridad que los agricultores no podrán usarla para una próxima cosecha, por lo que tendrán que comprar semillas de nuevo. De esta forma la investigación agrícola permitió la entrada del capital y creación de una industria en un nicho que parecía inaccesible. El negocio para empresas semilleras como Pioner y Monsanto ha sido desde ese entonces enormemente rentable.

Ahora bien, dada la alta rentabilidad económica de este tipo de producción de maíz, en palabras de Lewontin y Berlan, se ha promocionado este esquema de producción como el mas optimo (“el verdadero”) cuando podría seguir realizándose investigaciones en el desarrollo de poblaciones de maíz sin necesidad de recurrir a la heterósis (véase por ejemplo, Carena 2005 [15]). De esta forma vemos como el resultado económico de una investigación puede condicionar la “verdad” que es asumida por la sociedad.

Volviendo al mundo de la biotecnología y en ella la biología molecular, Lewontin ilustró muchos elementos que evidencian la penetración del capital sobre la ciencia, y que han condicionado la percepción de la realidad. En el ensayo titulado: “El sueño del genóma humano” [11], el autor nos expone como la biología molecular se ha usado para crear una nueva industria de enorme rentabilidad en parte debida a grandes intereses económicos privados. De esta forma Lewontin expone: “No conozco a ningún biólogo molecular prominente que no tenga participación económica en el negocio de la biotecnología”. La utilidad y rentabilidad obtenida por esta nueva industria, manifestada en cientos de productos comerciales necesarios para la investigación, así como en semillas con transgenes que incrementan el valor agregado a la semillas, han llevado de una u otra forma a la opinión pública la incorrecta idea de que los genes en el ADN son los que hacen a los seres vivos, cuando en verdad, “para hacer un organísmo vivo hace falta algo mas que ADN”. El ADN tiene instrucciones para organizar aminoacidos que formarán proteínas, mas no tiene las instrucciones para las interacciones fisicoquímicas entre esos aminoacidos que podrían generar proteínas con diversas funciones. Así pues, Lewontin muestra “el estudio del ADN como una industria con mucha proyección social, una petición dirigida al erario público, la legitimación de una ciencia y la declaración que aliviará el sufrimiento”.

Este trasfondo socioeconómico explicado por Lewontin nos da nuevos elementos en nuestra valoración de la biotecnología agrícola. Hemos visto a lo largo de este ensayo como los logros alcanzados por Norman Bourlaug a mediados del siglo XX estimularon e inspiraron la investigación agrícola, la cual hacia finales de este mismo siglo se volcó en la investigación biotecnológica. Los argumentos de Lewontin, nos dan a entender que este giro se debió en parte a intereses de capital. En otras palabras tras una idea altruista, como ha sido la reducción del hambre en el mundo a través de la ciencia y la tecnología, la ciencia conoció el capital, haciendola diluirse no solo de su objetivo social, sino que afectó su fin último: la búsqueda de la verdad. A continuación retomaremos estos elementos con la finalidad de obtener una ponderación final del valor de la biotecnología como herramienta para alcanzar la tercera revolución verde.

Revolución verde o Revolución Institucional: Ponderando la Biotecnología agrícola.

Sería erróneo desconocer los logros que el conocimiento científico y tecnológico han tenido en la humanidad. Desde Pasteur, pasando por Darwin, Flemming, y entre otros, la investigacion en las ciencias de la vida ha transformado nuestro mundo muchas veces de una manera positiva. Sin embargo, también sería un error desconocer que los tiempos socioeconómicos de esos científicos eran diferentes a los actuales. Aunque quizas las investigaciones del siglo XIX e inicios del siglo XX podían estar promovidas por intereses de tipo de Estado (Los Reyes y Gobernantes promocionaban la investigación), en ese entonces no se presentaba una intervención directa de intereses de capital, como lo que se presenta hoy en dia. En el mismo sentido, tampoco pueden desconocerse algunos avances positivos de la fusión de la ciencia y capital. El mejor ejemplo lo vemos en la segunda Revolución Verde de Borloug, donde la financiación de la Fundación Rockefeller fue trascendental. De esta forma, buscando un punto intermedio diremos que el problema con el capital es cuando este condiciona por completo la investigación y la búsqueda de la verdad misma. Situación que lamentablemente esta imperando en el entorno científico mundial actual, incluyendo la investigación agrícola basada especialmente en la biotecnología.

Por otro lado, nunca se debe perder de vista, que pese a tan agudas críticas y cuestionamientos Lewontin es un renombrado científico en las ciencias de la vida. Lewontin, no pretende ir contra la ciencia misma, sino que busca sensibilizar a la opinión pública y a los científicos sobre el funcionamiento moderno de la ciencia y sus impactos sociales. La ausencia de este tipo de auto-exámenes, nos ha llevado a perder nuestro norte y dejarnos llevar por los intereses reinantes del mercado. El mejor ejemplo de esto lo constituyó el algodón Bt en Sudáfrica. En este caso pudimos ver como la biotecnología pudo ser útil, pero se fracaso al nunca pensar o predecir que esta variedad sería susceptible a los intereses del mercado. Fue tan grave este error, que antes de generar un cambio en pro de la una nueva revolución verde, terminó por destruir los avances a favor de pequeños agricultores. Así pues, una nueva revolución verde puede apoyarse en los nuevos conocimientos de la biología molecular, (o de cualquier otra forma de conocimiento científico), pero para lograr una verdadera disminución del hambre en el mundo, requerirá la consolidación de programas y políticas que hagan que los resultados de las investigaciones sean para un beneficio común, y no solo para la consolidación de los poderes socioeconómicos ya instaurados. En otras palabras, las revoluciones científicas necesitaran a la par de Revoluciones Institucionales.

¿Cómo lograr esto? El autor del presente ensayo desconoce la respuesta a esta pregunta, pero la considera hoy por hoy la pregunta más inquietante tanto para los científicos naturales como para los científicos sociales. Sin lugar a dudas un fortalecimiento de las instituciones públicas será necesario (tales como los centros del CGIAR), así como un nuevo paradigma de trabajo integrado entre científicos naturales y sociales. Ya lo decía Charles Darwin “Si la miseria de nuestros pobres no se debe a la naturaleza sino a nuestras instituciones, grande es nuestra culpa”.

Referencias

[1]http://www.achievement.org/autodoc/page/bor0bio-1

[2]http://en.wikipedia.org/wiki/Green_Revolution

[3]http://www.cgiar.org/who/index.html

[4]http://www.rtve.es/noticias/20091015/mas-mil-millones-personas-pasan-hambre-todo-mundo-segun-fao/296407.shtml

[5]http://biogenic-colombia.blogspot.com/2010/02/transgenicos-si-transgenicos-no-lo-que_03.html

[6]http://www.sciencedirect.com/science?_ob=ArticleURL&_udi=B6VCB-4JFHFF9-1&_user=794998&_coverDate=12%2F31%2F2006&_rdoc=2&_fmt=high&_orig=browse&_srch=doc-info(%23toc%235950%232006%23999689993%23636203%23FLA%23display%23Volume)&_cdi=5950&_sort=d&_docanchor=&_ct=6&_acct=C000043466&_version=1&_urlVersion=0&_userid=794998&md5=4df8fd1287abb7d04da4f17ac729e015

[7]http://www.springerlink.com/content/nx8887326ku474u1/fulltext.html

[8]http://crop.scijournals.org/cgi/content/full/41/4/1220

[9]http://crop.scijournals.org/cgi/content/full/48/5/1649

[10]Suzuki, D., Griffits, A. J. F.. Miller, J. H and R. Lewontin. 1992. Genética. Interamericana McGraw Hill.

[11]Lewontin, R. 2001. El sueño del Genoma Humano y otras Ilusiones. Paidos Iberica. Pp. 125-168.

[12]http://libcom.org/library/political-economy-hybrid-corn

[13]http://libcom.org/library/political-economy-hybrid-corn

[14]http://es.wikipedia.org/wiki/Heterosis

[15]http://www.springerlink.com/content/v60367q0ku4h2767/fulltext.pdf

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